La ruptura del bloque del PJ también dividió a los gobernadores


5 febrero, 2016


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La ruptura del bloque de diputados del Frente para la Victoria también generó una división entre los gobernadores peronistas.
Las diferencias en el modo de ejecutar la fractura de la bancada y el
sentido de la oportunidad fueron las razones que dividieron a los
mandatarios. Ellos habían sido jugadores activos en el quiebre de los
legisladores díscolos, como parte de una cruzada para esmerilar al
kirchnerismo y ganar influencia en el mapa del poder.

La idea de construir una base legislativa propia se viene conversando
puertas adentro desde hace dos meses y tomó cuerpo en la cumbre de
mandatarios en San Juan, a fines de enero, cuando acordaron actuar como
una «liga» en el reclamo por la coparticipación.

¿Qué pasó en el medio? Algunos caciques, aunque
compartían el diagnóstico y la generación de una bancada aparte,
pensaban que la fisura debía ocurrir más adelante, atada al desarrollo
de las sesiones ordinarias, el desempeño del Gobierno y la evolución de
la interna del partido, que anteayer reunió al Consejo Nacional. Pero
hubo cinco mandatarios que pensaban que había que actuar ahora y
avalaron la movida de los diputados.

El sanjuanino José Luis Gioja fue quien más fatigó los teléfonos para frenar una deserción que había alentado.
No quería encender la mecha el día en que la cúpula del PJ se reunía
para empezar el camino hacia una lista de consenso, destinada a coronar
al nuevo jefe. Tenía una buena razón: él mismo suena como prenda de
unidad para ocupar ese sillón.

El objetivo se cumplió a medias. No todos los
gobernadores aportaron soldados legislativos, pero los que participaron
alcanzaron la expectativa mínima de superar la barrera de los diez
diputados como punto de arranque y, eso sí, plasmar el hecho político de
la ruptura.

Los gobernadores que suscribieron la conformación del bloque
Justicialista fueron Juan Manuel Urtubey (Salta), Domingo Peppo (Chaco),
Sergio Casas (La Rioja) y Rosana Bertone (Tierra del Fuego).
Esta última no aportó legisladores, ya que no le reportan directamente y
el pase de una fueguina quedó en stand by. El otro peronista que sumó
los suyos es Carlos Verna (La Pampa), que ya había roto el vínculo con
el kirchnerismo.

Estuvo a punto de fichar un diputado de Entre Ríos -que luego acató
el consejo de Gustavo Bordet y su antecesor, Sergio Urribarri, de
aguardar-, se demora la incorporación de un tucumano -Juan Manzur
también quedó expectante- y la tropa de sanjuaninos está condicionada a
los movimientos de Gioja, en el PJ, y el gobernador Sergio Uñac, activo
en la ronda de mandatarios. Las otras provincias que colocaron
integrantes fueron Buenos Aires, Corrientes, Mendoza y Jujuy, que están
administradas por Cambiemos.

Más allá de los matices, sí se comprometieron en tratar de aunar
esfuerzos en ejes en común, sobre todo en el vínculo con el Gobierno.
Anteayer, por caso, los fiscales de Estado de las provincias
trabajaron en el Consejo Federal de Inversiones (CFI) en una estrategia
para actuar ante la Corte por la restitución del 15% de fondos
coparticipables.

El quiebre le cayó como anillo al dedo a Miguel Pichetto.
Un punto clave del acuerdo interno de los diputados rebeldes es actuar
en tándem con el jefe de bloque de senadores, que comanda un grupo de
42, de los cuales unos 30 le responden. El resto, que tributa a La Cámpora
y al kirchnerismo duro, quiso bajarlo sin éxito de la conducción. ¿Se
rompe la bancada también? No lo promoverá el PJ, en clara mayoría. En
todo caso, será una decisión de los disconformes.

«Arde todo», se sinceró un cacique con millas en el PJ cuando las
negociaciones seguían abiertas. El peronismo vivió las últimas 48 horas
al rojo vivo, con llamadas cruzadas, cumbres itinerantes y mensajes
cifrados. La cita más silenciosa -y significativa- se dio el martes, en
el bar de un hotel porteño, y tuvo como invitado especial a Florencio
Randazzo, autoexcluido hasta ahora de las juntadas partidarias.

De la charla sobre el futuro del peronismo participaron el actual
presidente del partido, Eduardo Fellner, y otros históricos, como el
formoseño Gildo Insfrán y Gioja. «¿Qué te parece lo del bloque?», le
preguntaron. «Habría que preservar la unidad», soltó el ex ministro del
Interior y candidato presidencial que no fue. Aún en la sombra, Randazzo
amaga con volver al ruedo más adelante. «Teléfono para Salta»,
ironizó un dirigente, en referencia a una potencial rivalidad rumbo a
2019. Pero la primera escala es antes, en las legislativas del año que
viene, y la obsesión del PJ es Buenos Aires.

En medio de la ebullición, el rol del sindicalismo fue determinante
detrás de bambalinas. Cuando el taxista Omar Viviani recibió la llamada
de Daniel Scioli para desactivar la movida se terminó de convencer de
que quería ir a fondo. Ofreció la sede del sindicato para hacer la
reunión final, en la que una veintena de diputados iba a definirse por
sí o por no. Los esperó en una sala del cuarto piso, a cada uno con una
taza de café con leche, un agua mineral y tres facturas.

La deliberación fue para el ataque de nervios. Diego Bossio, centro
de las críticas K, aspiraba a convencer al resto: «Vamos a seguir
defendiendo lo de siempre. Esto no es contra nadie, no siento que seamos
traidores». La duda que flotaba era si la maniobra sería funcional a
Mauricio Macri. Lo expuso la diputada rionegrina Emilia Soria, que optó
por quedarse por ahora en el bloque del FPV.

Del mundo gremial, hubo respaldos concretos: los mecánicos (Ricardo
Pignanelli, titular del sindicato, estuvo en ese encuentro), Luz y
Fuerza, tabacaleros, petroleros y ferroviarios. No es un dato menor que
el jefe del flamante bloque sea Oscar Romero, de Smata y bonaerense.

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