La importancia de la hidratación para evitar el golpe de calor


20 octubre, 2020


Los termómetros se disparan en nuestra provincia, Salta registra temperaturas superiores a los 34 grados. Uno de los problemas asociados a las olas de calor y temperaturas excesivas es el riesgo real de deshidratación. Beber abundante líquido, en especial agua, es la mejor forma de prevenir problemas.

El calorcito suele ser esperado por todos para las salidas al aire libre, la piscinas, etc., pero los días de alta temperatura y humedad  pueden transformarse en un gran riesgo para la salud, por lo que debemos estar informados y atentos para evitar que esto no nos afecte.

Por lo tanto, prestar una especial atención a qué es el golpe de calor y a sus síntomas para reconocerlo, es de suma importancia.

QUÉ ES EL GOLPE DE CALOR

El golpe de calor es el incremento de la temperatura corporal como consecuencia de una exposición prolongada al sol, a altas temperaturas o a la realización de un esfuerzo físico intenso en ambientes calurosos, muy húmedos o con poca ventilación.

Ante estas situaciones, el cuerpo sufre importantes pérdidas de agua y tiene dificultades para regular su temperatura por los mecanismos habituales como la sudoración, produciéndose, como consecuencia, un aumento de la temperatura corporal.

Cuando el cuerpo alcanza una temperatura de más de 40 °C (durante periodos de 10 ó 15 minutos), estos mecanismos reguladores del calor, quedan superados y entran en shock, produciéndose entonces, el temido golpe de calor.

Pero ojo, porque el Golpe de Calor puede presentarse en el momento, o después de varios días de la exposición a altas temperaturas.

POR QUÉ SE PRODUCE EL GOLPE DE CALOR

La falta de hidratación es una de las causas que lo provoca, es muy importante que dotemos al organismo del agua necesaria para poder hacer frente a ese calor y manteniendo una sudoración constante para controlar la temperatura corporal.

Realizar esfuerzos físicos en las horas de más calor es también otra de las principales causas del golpe de calor, por ello es necesario que no realicemos actividades físicas o prácticas deportivas intensas en las horas centrales del día, ya que la temperatura corporal aumentará y la sudoración no será suficiente para regular la temperatura interna del cuerpo.

Las olas de calor repentinas pueden ser otra de las causas del golpe de calor, ya que el organismo necesita un período para acostumbrarse a la temperatura. Si de un día a otro aumenta rápidamente la temperatura del exterior, existe un riesgo elevado de padecer un golpe de calor. Por ello, en estos casos, debemos garantizarnos un equilibrio hídrico adecuado y constante, tomando la cantidad necesaria de agua (entre 2 y 2,5 litros al día como mínimo), a intervalos regulares, procurando beber despacio y a pequeños sorbos, y permanecer en lugares frescos y alejados del calor para adaptarnos poco a poco.

CUÁLES SON LOS SÍNTOMAS DEL GOLPE DE CALOR

Es fundamental saber cuáles son los síntomas de un golpe de calor para poder reaccionar a tiempo de la forma adecuada, ya que es una situación de peligro que puede ser muy grave, especialmente en personas mayores, embarazadas, bebés y niños pequeños, ya que son los principales grupos de riesgo para sufrir un golpe de calor.

En el primer nivel, los síntomas habituales de un golpe de calor son:

  • Piel enrojecida, caliente y seca
  • Sed intensa y sequedad en la boca
  • Sudoración excesiva
  • Sensación de calor sofocante
  • Temperatura mayor a 40 °C

Estos síntomas son los primeros indicios de alerta de que nuestro organismo puede estar sufriendo un golpe de calor, ya que puede suponer la pérdida de agua entre el 1 y el 5% de nuestro peso corporal.

En el segundo nivel, surgen otros síntomas como:

  • Debilidad muscular y calambres
  • Dolor de cabeza y mareos
  • Orinar poco
  • Anhidrosis (ausencia de sudor)
  • Pulso fuerte y acelerado
  • Estos síntomas nos están indicado que el organismo ha perdido entre un 9 y un 11% de “nuestro agua corporal”.

    El tercer nivel es ya una situación de gravedad que exige una reacción inmediata, ya que de lo contrario puede llegar a producirse un colapso. Por tanto, es importante estar alerta ante los siguientes síntomas:

    • Hiperventilación
    • Agotamiento
    • Nauseas o vómitos
    • Estado de confusión y desorientación
    • Pérdida de conciencia, delirio o convulsiones
    • Desmayo o incluso coma

      CÓMO PREVENIR UN GOLPE DE CALOR

      Es importante seguir estas recomendaciones de los expertos para combatir y evitar que se produzca un golpe de calor :

      • Ante altas temperaturas, y en especial cuando se prevén olas de calor, evita realizar comidas copiosas, sigue una dieta equilibrada rica en vegetales, frutas y verduras. Además, beber 1 ó 2 vasos de agua en las principales comidas, te ayudará en la absorción de los nutrientes y las vitaminas necesarias para el buen funcionamiento del organismo, y así rehidratarte y recuperar el agua perdida durante el día.
      • En circunstancias normales, perdemos en torno a 2 litros y medio de agua al día por la sudoración, respiración, etc. Esta cantidad puede incrementarse con altas temperaturas, por ello, en situaciones de calor, debemos beber más agua durante todo el día, de forma constante, y sin esperar a tener sed, ya que esta sensación es ya un síntoma de alerta de nuestro organismo para indicarnos que la deshidratación ha comenzado.

      Lleva una botella de Agua siempre contigo. Tenerla cerca nos recordará que tenemos que tomar agua periódicamente.

      • En las horas de calor más intenso, es aconsejable permanecer en casa o en lugares frescos o a la sombra. En casa, mantén las ventanas, estores o toldos bajados mientras la temperatura exterior sea superior a la interior del lugar donde nos encontremos. Es conveniente abrirlas de noche, cuando refresca, para ventilar. Si permaneces varias horas en lugares con aire acondicionado, recuerda que puede incrementarse la pérdida de agua y tener una menor percepción de sed.
      • En épocas estivales, el golpe de calor o estrés térmico resulta especialmente peligroso en los trabajos al aire libre, como en la construcción, la minería, la agricultura, la siderurgia, la pesca, la logística, el transporte, etc. Unos correctos hábitos de hidratación pueden prevenir muchos accidentes laborales y evitar que las pérdidas de agua, por el sudor y el esfuerzo intenso, sean superiores a la ingesta, produciéndose un déficit de agua corporal (deshidratación).

      Por ello, es importante  planificar las tareas más pesadas en las horas de menos calor, y evitar trabajar solo. No es conveniente que trabajes sin camisa bajo el sol, dado que ésta retiene la humedad, disminuye la perdida de líquidos y, además, protege la piel de quemaduras. También es conveniente aumentar la frecuencia de las pausas de recuperación (cada media hora o cada hora como mínimo), estas pausas se deben hacer en lugares a la sombra o frescos, y aprovecharlas  para rehidratarnos.

      • Si sales a caminar, correr o practicar cualquier deporte al aire libre en días con altas temperaturas y humedad, es conveniente cambiar la estrategia de entrenamiento para bajar la intensidad y/o la duración, así como establecer descansos más frecuentes y prolongados, usar vestimenta ligera y de colores claros, además de buscar los lugares más frescos y evitar la práctica del ejercicio cuando las condiciones son excepcionalmente calurosas y húmedas.

      Y recuerda: debes tomar 500 ml de agua una o dos horas antes de iniciar la actividad, entre 100 y 200 ml durante el desarrollo de la misma, cada 20 ó 30 minutos de forma sistemática, o no pasar más de 10 km sin hidratarte, y, una vez finalizada la actividad, es recomendable beber 1,5 l de agua por kilo de peso corporal perdido.

      • Evita la exposición directa a los rayos del sol, sobre todo en las horas centrales del día. El sol intenso es uno de los factores externos que más facilita la evaporación de agua de nuestro organismo. ¡No dejes que tu piel y tu organismo se sequen por dentro!
        Beber frecuentemente agua  te ofrecerá la garantía y la seguridad de hidratarte de forma sana y natural a lo largo de todo el día, vayas donde vayas.
      • Acostúmbrate a beber agua antes de salir de casa y a llevar siempre contigo una botella de agua mineral para hidratarte en cualquier momento y lugar, con todas las garantías de un agua pura de origen, sin tratamientos químicos y con una composición constante en minerales.

      No esperes a tener sed, no bebas esporádicamente ni de forma compulsiva para calmarla, y recuerda, bebe de forma regular y a pequeños sorbos.

      • Refrescarse, mojarse cara, manos y nuca, así como ducharse o bañarse puede ayudarte a mantener la termorregulación de tu organismo. Antes de la ducha o el baño, beber un vaso de agua te ayudará a bajar la presión sanguínea.
      • En la calle, o si estás al aire libre, utiliza ropa ligera y de color claro, que atrae menos el sol, y calzado fresco que permita la transpiración y reduzca la sudoración, consiguiendo así una menor pérdida de líquidos. Protégete del sol con una gorra, sombrero o pañuelo y usa gafas con absorción de rayos UV.
      • Emplea crema con filtros solares (a partir de FPS 30) para proteger e hidratar tu piel desde el exterior. Es recomendable aplicarla unos 20-30 minutos antes de la exposición al sol y repetir la aplicación cada dos horas.

      Pero no olvides hidratar también tu cuerpo desde el interior, adoptando el hábito de beber entre 2 y 2,5 litros de agua al día, en intervalos regulares (150 ml aprox. cada hora) y a pequeños sorbos. Una adecuada hidratación nos ayuda a humedecer los tejidos del cuerpo, a mantener la capacidad de protección, la resistencia y a preservar la elasticidad de nuestra piel.

    Fuente : Instituto de Investigación Agua y Salud

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