31-10-20 Este tipo de fatiga afecta la salud emocional de millones de personas en el mundo, no solamente a quienes se contagiaron de coronavirus. Algunos consejos para evitarla, según los especialistas.
La pandemia mundial de COVID-19 afecta y afectará nuestras vidas para siempre. El registro de lo traumático comenzó a manifestarse en los seres humanos como ansiedad, pánico y diferentes formas de congoja y tristeza. El temor y la ansiedad con respecto a una enfermedad pueden ser agobiantes y generar emociones fuertes, tanto en adultos como en niños.
Se conoce como fatiga pandémica a la sensación de apatía, desmotivación y agotamiento mental que sufre una persona, y cuyo origen está en el impacto que ha causado el nuevo coronavirus en su vida. Su causa está en los cambios en el estilo de vida relacionados con las cuarentenas parciales o totales, la ansiedad producida por el miedo a contagiarse, las constantes noticias enfocadas en las desgracias causadas por la enfermedad, el temor a perder el trabajo, la soledad causada por la falta de contacto con amigos y familiares o la misma sensación de desesperanza que nos hace preguntarnos: ¿cuándo se va a acabar esta pesadilla?
En este contexto, el doctor Elmer Huerta, prestigioso oncólogo peruano, médico y comunicador radicado en Estados Unidos, explicó en un podcast especial de la CNN, Coronavirus: Realidad vs. ficción: “El punto es que cuando hablamos de la fatiga pandémica, no nos estamos refiriendo al tipo de fatiga o cansancio físico o del cuerpo, secuela de la enfermedad, sino a la fatiga mental que afecta la salud emocional de millones de personas en el mundo, más allá de quienes directamente se contagiaron con el virus”.
La fatiga pandémica se caracteriza por sentirse mentalmente agotado, indefenso, triste, preocupado, frustrado e irritable, cambios que pueden causar trastornos del sueño, del apetito y la concentración mental, además de nerviosismo, irritabilidad, falta de motivación para hacer las cosas que a uno le gustan, y querer apartarse de los demás.
Una epidemióloga en Estados Unidos inventó un nuevo tipo de contabilidad. Una de tipo social. Se trata de hacer cada semana un «presupuesto de contactos», que tenga en cuenta el «gasto» obligatorio, como el necesario por motivos laborales, pero también incluya una partida para mantener la salud mental. Todo ello distribuyendo el «crédito» de riesgo de contagio. Parece la última ocurrencia pandémica, pero la ha respaldado la Organización Mundial de la Salud (OMS). Lo que hay detrás es un intento de lograr un equilibrio entre la antigua vida y la nueva, y así paliar un fenómeno que, según las primeras estimaciones de la OMS, afecta al 60% de la población europea: la fatiga pandémica.
La apatía, la desesperanza y, sobre todo, una desmotivación creciente y general por protegerse o informarse sobre el COVID-19 son los principales efectos que genera. Los mensajes de las autoridades que antes eran efectivos, como insistir en el lavado de manos, el uso de mascarillas o el distanciamiento físico, ya no calan igual. Y cuando la situación lleva a restricciones del todo o nada, “es más probable que las personas se rindan fácilmente y vuelvan a comportamientos muy peligrosos”, dice la OMS.
Al respecto, un artículo de la Universidad de California en Los Ángeles, publicado el 7 de julio, nos da algunos consejos para ver el futuro con más optimismo y que esta dañina fatiga pandémica no afecte negativamente nuestra salud mental.
1. Cuidar el cuerpo practicando un estilo de vida saludable. Haz ejercicio diario, come saludablemente, trata de establecer una rutina de sueño saludable. Eso te dará energía, y fortalecerá tu sistema inmunológico.
2. Limitar el consumo de noticias a una hora o menos al día. Si bien es bueno estar bien informado, sumergirse todo el día en noticias te sobrecarga de emociones negativas y agota tu energía.
3. Reducir el estrés. Hacer actividades que te calmen o te den alegría pueden reducir tu nivel de estrés. Por ejemplo, aprender ejercicios de respiración, practicar yoga, dar paseos en el campo, leer o ver comedias.
4. Conectarse con los demás. Recuerda que los seres humanos somos criaturas sociales por naturaleza. Estar solo y sentirse aislado puede aumentar el estrés y la desesperanza. Teniendo cuidado de limitar tu contacto físico con personas extrañas a tu hogar, el hacer llamadas telefónicas, videoconferencias, chatear en las redes sociales, escribir cartas o asistir a servicios religiosos en línea pueden ayudar mucho.
5. Aceptar los sentimientos. Recuerda que tratar de reprimir o ignorar los sentimientos no los hace desaparecer. Si notas que tus sentimientos de tristeza o desesperanza interfieren con tus actividades diarias, no tengas miedo de buscar la ayuda de un profesional de salud mental.
6. Intentar el diálogo interno positivo. Trata de no pensar en lo que va a pasar. Recuerda lo que Mahatma Gandhi decía: en la vida hay dos días que no existen, ayer y mañana. La angustia de pensar en el mañana puede hacer que pierdas la belleza del hoy.
7. Crear nuevas rutinas de vida. Por ejemplo, reserva un momento del día para hacer algo que te guste y te haga sentir bien física, mental o emocionalmente. Es posible que esas nuevas rutinas o tradiciones continúen después que haya pasado la pandemia.
“El gran peligro de la fatiga pandémica es que una población fatigada es más propensa a relajarse y descuidarse cuando el punto máximo inicial de la epidemia disminuye en su región geográfica”, advirtió el experto. Y continuó: “Es posible que mucho del resurgimiento de la pandemia en Europa pueda ser explicada por una población fatigada que salió sin control en el verano boreal. En las Américas, aunque algunos ya hablen de una segunda ola, aún no hemos terminado de salir de la primera. No permitamos que la fatiga de la pandemia haga que bajemos la guardia, nos relajemos y por no cuidarnos, terminemos contagiados en una segunda ola”.