Alberto busca recrear la mística de 2002: hacer un acuerdo social con empresarios y sindicatos, y el aval de la Iglesia


31 octubre, 2020


31-10-20 La semana pareció un punto de inflexión para el Gobierno: en medio de la creciente incertidumbre por la escalada del dólar, apareció la carta de Cristina Kirchner irrumpiendo en el escenario político. Y terminó con Alberto Fernández en una especie de relanzamiento con un Gabinete despabilado, despegándose del la grieta, intentando dar un mensaje de independencia y moderación.

Había temor de que la toma de tierras se convirtiera en una 125 para Alberto y que debilitara aún más la imagen y autoridad del Presidente.

 Alberto dejó en claro que, pese a las críticas ya públicas de Cristina, no hará cambios de Gabinete y que son decisiones que tomará cuando lo considere necesario.

Mientras tanto, confirmó a todos sus ministros, y especialmente a Santiago Cafiero y a Martín Guzmán. Seguirán siendo centrales para intentar capear la tormenta económica y frenar la escalada del dólar.

Una alta funcionaria, muy cercana a ambos, dijo a A24.com que la Casa Rosada espera domar al dólar en los próximos 15 días, cuando termine la serie de licitaciones de bonos en dólares: son las herramientas que eligió Guzmán para ofrecer a quienes quieren salir de sus posiciones en pesos y, de esa manera, estabilizar el blue y el Contado con Liquidación (CCL).

Controlar más los movimientos de los importadores y exportadores es la tarea específica de la otra pata económica que responde a Alberto, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas: se busca un equilibrio en la balanza de pagos, redistribuir el gasto y avanzar hacia el -por ahora utópico- acuerdo económico y social.

Esas señales fueron enviadas esta semana al Fondo Monetario Internacional (FMI) como parte del acuerdo que empezarán a negociar en noviembre, cuando regrese la misión que enviará Kristalina Georgieva para acordar un programa fiscal y financiero para 2021 y refinanciar la deuda de 45.000 millones de dólares que tomó Mauricio Macri en 2018.

Fuentes de la Casa Rosada confirmaron a A24.com que Guzmán negocia con organismos internacionales (BID y el BICE) el desembolso de préstamos para financiar la pospandemia; aunque evitaron confirmar si pedirá o no los 4.500 millones de dólares del préstamo stand by que completaban el pedido de Macri al FMI y que el actual gobierno frenó.

La redistribución del gasto que Guzmán le promete al FMI contempla que a partir de fin de año dejarán de pagar los 90.000 millones de pesos del IFE y el ATP.

Esos recursos pasarán a engrosar desde diciembre planes sociales como la AUH, crear ingresos especiales para amas de casa, y puesta en marcha de obras públicas en los barrios para dar trabajo a desempleados.

El Gobierno vaticina una reactivación económica para fin de año, si es que logra frenar la devaluación en estos 15 días con las medidas que está tomando el tándem Guzmán y Kulfas. Y controlar la incertidumbre con un mensaje de moderación del Presidente y un avance del acuerdo con el FMI.

El dólar blue

El viernes descendió por quinto día consecutivo el dólar blue (pasó del pico de $195 a rondar los $177).

El Gobierno, con el Presidente a la cabeza, insistió en relativizar ese mercado paralelo porque dice que tiene poco volumen. Pero Alberto terminó admitiendo que la disparada se debe también a la incertidumbre política surgida, en gran medida, por las internas en el oficialismo.

Los reclamos de empresarios e intendentes para que el Gobierno intervenga para frenar las tomas de tierras desataron la polémica sobre si el Estado garantiza o no la propiedad privada, concepto fundacional del capitalismo.

Ese clima de incertidumbre terminó de definir el relanzamiento de Alberto hacia la moderación.

Alberto tuvo que salir a aclarar que “nadie desde el Gobierno busca atacar la propiedad privada” y desmintió haber apoyado en algún momento el utópico plan de reforma agraria implícita que significaba el “Proyecto Artigas» de Juan Grabois.

Lo hizo recién cuando la cosa empezaba a desmadrarse en una interna en la alianza oficialista entre la postura del ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, que impulsaba los desalojos con represión policial, y el secretario de Desarrollo de la Comunidad de la Provincia, el camporista Andrés «Cuervo» Larroque, que defendía a los movimientos sociales.

Alberto, Cristina, Kicillof y Máximo Kirchner monitorearon personalmente cada movimiento del operativo policial con el temor de que un desborde social termine con la primer víctima fatal del Gobierno en un clima convulsionado.

No hubo víctimas, pero sí balas de goma, gases lacrimógenos. Los movimientos sociales ligados al oficialismo, igual salieron a cuestionar el desalojo.

Desde el gobierno de Kicillof se defendieron al señalar que negociaron con las familias darles tierras o créditos hasta último momento y atribuyeron los incidentes a movimientos políticos troskistas. En la misma línea, Alberto aclaró que solo «cumplieron una orden judicial». Ambos negaron la represión.

Acuerdo Económico y Social: el rol de la Iglesia

En la carta del 27 de octubre, además de criticar a «los funcionarios que no funcionan», Cristina recapituló y aceptó el acuerdo Económico y Social que impulsaba el Presidente desde que asumió. Recordatorio: ella misma lo había criticado en su guerra histórica con el campo y los empresarios de IDEA.

Mientras, el Presidente confirmó que recibe a solas a los principales empresarios, como Paolo Rocca, los Bulgheroni y Brito, en sus despachos de Olivos y de la Rosada.

Y el ministro Kulfas sigue siendo el delegado para convocar a las distintas mesas sectoriales a un Acuerdo Económico y Social entre empresarios, Estado y sindicatos.

Kulfas reunió esta semana a empresarios y gremios de las mesas textil, calzado e indumentaria y de la industria automotriz, que anunciaron inversiones y se preparan para negociar acuerdos de precios y salarios.

Como último actor para aplacar los conflictos, reapareció la Iglesia. Primero poniéndole límites al militante afín al Papa Francisco, Juan Grabois; cuestionando la toma ilegal de tierras y en defensa de la propiedad privada.

Solo después, el gobierno nacional y el de la provincia de Entre Ríos, a cargo de Gustavo Bordet, avalaron el desalojo ordenado por la Justicia en el campo de los Etchevehere.

El segundo apoyo que recibió Alberto del Papa en una semana fue la convocatoria al diálogo político y social de la Iglesia a través de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA).

Fue en una videoconferencia en la que este viernes Alberto disertó junto a dirigentes y funcionarios del oficialismo y de la oposición en lo que pareció un primer paso para intentar calmar la grieta que erosiona a la economía.

En ese espacio que ofreció la Iglesia, similar al Dialogo político y Social inaugurado en medio de la crisis del 2001, aparecieron el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz; el diputado albertista Eduardo Valdés; y el senador Martín Lousteau por la oposición.

La estrategia del Gobierno es convocar al sector más moderado de la oposición, que representan dirigentes como Lousteau o Rodríguez Larreta, y aislar a los más duros del macrismo, como el propio ex presidente Mauricio Macri y Patricia Bullrich.

Elisa Carrió se ubicó en el centro, avalando la convocatoria al diálogo que contradictoriamente convocó Cristina en la carta.

Cristina seguirá monitoreando todo, desde las sombras, pero Alberto ya le avisó públicamente que se despegará cada vez que el kirchnerismo asome con posturas radicalizadas. Un fino y difícil equilibrio asoma en el horizonte del poder que habita en Balcarce 50.

Fuente : A24.com

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