En el Vaticano esperan una relación más sobria y madura


29 enero, 2016


Una
«normalización» en la gestión de las relaciones diplomáticas, que
seguramente serán estrechas y muy amistosas, tratándose del país natal
del Santo Padre, en las que ya no se sienta «usado». Esto es lo que se espera que pase con la relación bilateral entre la Argentina y la Santa Sede, que en los últimos tres años, los primeros de Jorge Bergoglio al frente de la Iglesia, tuvieron algunos sobresaltos.

Luego de que el Papa se sintió utilizado y abusado por parte de
varios políticos de su país -como confesó el propio Francisco en marzo
pasado, en una entrevista con la cadena mexicana Televisa-, la
expectativa ahora es que la relación, que debe estar marcada por el
respeto mutuo, sea más protocolar.

Bergoglio, un pontífice más bien informal, que admitió más de una vez
tener una naturaleza «indisciplinada» ante todo lo ritual y ceremonial,
habría decidido poner distancia con la política de su madre patria.

En el Vaticano nadie se olvida de las cuatro veces que, tras sendos
pedidos de la ex primera mandataria de su país, a los que no pudo
negarse, recibió en audiencia a Cristina Kirchner, quien llegó siempre
acompañada por nutridas y ruidosas comitivas.

Tampoco olvidan las tres veces que, durante viajes internacionales -en Brasil, durante la Jornada Mundial de la Juventud (julio
de 2013), en Paraguay (julio de 2015) y en Cuba (septiembre de 2015)-
Francisco también se vio obligado a saludar a la ex presidenta
fugazmente, en una asiduidad considerada fuera de lugar.

En este sentido, fuentes de la diplomacia vaticana
consultadas -pidieron no ser mencionadas- no ocultaron que cayó bien la
designación de Rogelio Pfirter al frente de la embajada argentina ante
la Santa Sede. Es un diplomático de carrera con
reconocida trayectoria y ex alumno de Bergoglio en su época de
maestrillo jesuita, en el Colegio de la Inmaculada Concepción de Santa
Fe.

El nombramiento de Pfirter -aceptado aquí en tiempo récord- dejó en
claro la voluntad del nuevo gobierno de diferenciarse de su predecesor y
de imprimirle a la relación esa profesionalidad, discreción y sobriedad
auspiciadas no sólo por la diplomacia vaticana, sino también por el
propio Papa.

Viaje directo. Con la misma óptica fue interpretada
la decisión del gobierno de Macri de no pedir audiencia al Santo Padre
de regreso del Foro Económico Mundial de Davos, sino en una fecha
posterior, en un viaje dedicado exclusivamente a la audiencia.

«En los códigos diplomáticos eso de que «ya que paso por ahí, te paso
a saludar» no es muy bien visto. Forjar una relación institucional
sólida, madura, aunque se trate del país natal del Papa, implica una
preparación especial», indicó una fuente.

Aunque como máximo jefe de la Iglesia Católica y autoridad moral
mundial tiene un inmenso trabajo y una agenda global, Jorge Bergoglio
sigue por supuesto pendiente de su país, al que quiere y desea que le
vaya bien. A través de amigos y familiares, así como a través de la
diplomacia vaticana, está informado de lo que sucede. Pero también es
consciente, por experiencia, de que en su Argentina natal cualquier cosa
que diga o haga, o que no diga o no haga, muchas veces puede ser usada
para otros fines. Al fin de cuentas, como él mismo dice, incluyéndose,
«todos somos pecadores».

Por todo esto, porque saben que hubo un uso y abuso del Papa por
parte de referentes políticos de todo color en su querida patria, en el
Vaticano se espera una «normalización» de la relación. Y el inicio de
una etapa marcada por la madurez y sobriedad.

Hasta ahora los indicadores -la designación de un nuevo embajador de
carrera y las decisiones tomadas en cuanto a la primera visita de Macri-
son consideradas positivas y sugieren que la relación se está moviendo
hacia una nueva etapa. Algo importante porque todo indica que el año
próximo Francisco visitará la Argentina, asunto que hará necesaria una
planificación cuidadosa -también de parte del gobierno argentino-, para
asegurar que sea todo un éxito.

Fuente: La Nación

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