El secretario de Macri que muy pocos conocen y que le hace marca personal


15 mayo, 2016


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El talón de
Aquiles volvió a romperse en el momento menos indicado, y el joven
sintió que el mundo se le venía abajo en el momento menos indicado. «No
te preocupes, te cuidamos el lugar. Mejorate y volvé pronto», le dijo el
presidente Mauricio Macri, diez días después de asumir el poder.

Los kinesiólogos que trabajan en Casa Rosada hicieron lo suyo y al
poco tiempo Darío Nieto olvidó aquel desgraciado partido de futbol.
Volvió a ser lo que es hoy: el silencioso y discreto secretario privado
del Presidente, el funcionario que comparte las mañanas con Macri, con
quien el primer mandatario coordina la agenda de actividades y a quien
le confiesa secretos que él se encarga de mantener en reserva.

Decidido a no tener contacto con la prensa por órdenes de sus superiores, el secretario cumple una rutina estricta.

Cada madrugada, sale de su casa en Barrio Norte y se dirige donde se
encuentre el Presidente, por lo general en la quinta presidencial de
Olivos.

Cuando suben al helicóptero, el secretario ya tiene consigo lo que
necesita: un resumen de las informaciones y temas centrales del día, la
agenda presidencial, y hasta las camisas que el Presidente va a usar
durante la jornada. Es la sombra del primer mandatario en actos
protocolares y viajes, un trabajo que comparte con Mariano Lamolino, una
especie de segundo secretario presidencial.

¿Cómo llegó Nieto a ser los ojos y oídos del Presidente?

Con sólo 31 años, hincha de River y amante del futbol y el tenis,
Nieto es un producto de la juventud Pro, moldeado en partes casi iguales
por el ex líder de Recrear Ricardo López Murphy y el jefe de gabinete
Marcos Peña.

Comenzó como asesor ad-honorem del legislador porteño Jorge
Sanmartino, leal al «Bulldog», y empezó a trabajar en la juventud del
partido.

Pasó por el Consejo de los Derechos del Niño porteño, dónde según una
testigo de aquella época tuvo roces con su jefe Bruno Domeniconi, y de
allí al despacho del legislador porteño Francisco Quintana, del riñon
del entonces secretario de Gobierno porteño, Marcos Peña. Fue Peña quien
le pidió a Quintana que le «ceda» a su colaborador para llevarlo a su
equipo de campaña, ya con vistas a las elecciones presidenciales.

Ya en la sede partidaria de Balcarce al 400, y además de conocer a su
actual novia, Guadalupe Fernández (que trabaja con Peña), Nieto tuvo a
su cargo la coordinación de dos campañas importantes: las de Carlos
Javier Mac Allister a gobernador por La Pampa, y en menor medida la de
Oscar Aguad en Córdoba.

«Con Mac Allister, en recorridas y viajes, demostró que tenía pasta
para liderar», dice un actual funcionario con quien compartió estudios
de maestría de Comunicación Política en el Instituto Ortega y Gasset,
que no pudo terminar.

«No quiero que nos gobierne Scioli, ni Zanini, ni Aníbal Fernández ni
La Cámpora», escribió en su muro de Facebook antes de la primera vuelta
electoral para pedir el voto de los indecisos.

«Es un pibe sano, ubicado, que no se la cree», comenta uno de los
dirigentes con los que compartió su viaje a Estados Unidos, en 2011,
becado por la FURP.

«Es un militante», lo definió otro joven secretario con despacho en
Casa Rosada, que se excusó de dar más detalles «porque su rol es muy
delicado», pero que lo diferenció con ironía de «otros secretarios» como
Daniel Muñoz, quien tuvo un veloz y sugestivo crecimiento patrimonial
mientras acompañaba a los Kirchner, antecesores de Macri en la Casa
Rosada.

Su imagen pudo verse en todos los canales, delante de Macri en sus
recorridas inaugurales por la Casa Rosada el día de su asunción. Desde
allí, el bajo perfil ha sido lo suyo, siempre a la sombra del
Presidente.

Fuente: La Nación

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