Se viene un ajuste en la planta política y nadie tiene seguro si sigue, cómo y con qué sueldo. Por suerte para la mesa chica, volvió Jaime Durán Barba a Buenos Aires
Marcos Peña reunió el miércoles por la noche a parte de su equipo en la casa de uno de ellos. Estaban inquietos. Les aseguró que solo van a dar las batallas necesarias y no crearán conflictos para fortalecerse en el poder. Reconoció que las cosas no estaban saliendo como habían querido, pero insistió con que el rumbo es el correcto. Y los tranquilizó con lo que más les preocupaba, porque les dijo que no existe ninguna posibilidad de que pierdan las elecciones en el 2019. Como siempre, logró sedarlos.
El Gobierno pasa por un momento especialmente difícil. Está obligado a hacer un ajuste en medio de una fuerte caída de imagen y con una macroeconomía que está muy lejos de provocar noticias positivas en la vida cotidiana, ese espacio imposible de manipular por cualquier relato, porque se trata de la realidad más pura, la que mide qué se podía pagar el año pasado a esta altura y qué se puede pagar ahora.
Desde Mauricio Macri para abajo, las principales espadas creían que este momento de ajuste se daría en un contexto más optimista de la economía y sin incertidumbres, pero los pronósticos no anduvieron y todavía no tienen demasiado en claro por qué. «Utilizaron remedios para bajar la inflación que ya fracasaron en otras etapas porque están negados a las enseñanzas de la historia económica argentina», explicó un economista que los quiere.
«No pegan una, pusieron los aumentos en febrero, porque hay gran cantidad de variables que dan negativo en esta época, pero la dinámica inflacionaria es tan alta, que superará todas las expectativas», analizó una experta en precios al consumidor.
Esa sensación de que todo les cuesta más que a cualquier otro gobierno es el sentimiento que domina entre los funcionarios. Por otro lado, el principal ajuste tiene que hacerse adentro mismo de la administración. No con los ñoquis que no van a trabajar o cumplen funciones irrelevantes solamente para cobrar un sueldo, ya que el esfuerzo de probar sus incumplimientos es ciclópeo, sino con la propia tropa. En el caso del equipo del jefe de Gabinete, gente que viene trabajando para la comunicación de Mauricio Macri hace años y hoy no saben exactamente dónde seguirán, ni cómo, tampoco cuánto ganarán.
La Secretaría de Comunicación Pública, a cargo de Jorge Grecco, tiene tres subsecretarías: Contenidos de Difusión, que tiene al frente a Ezequiel Colombo, el funcionario que concentra el diseño de las campañas de publicidad; Vínculo Ciudadano, conducida por Julieta Goldman, es una oficina clave desde donde se dirige la estrategia en redes sociales de todo el Gobierno; y Comunicación Pública estaba a cargo de «Juano» Gentile, que falleció el año pasado y significó una gran pérdida para el equipo de comunicación del PRO. Gustavo Gómez Repetto lo reemplazaría, y de hecho está a cargo de la función, pero aún no salió su nombramiento.
Por el ajuste general, se eliminarían esas tres subsecretarías. Y esos tres funcionarios, claves para la comunicación del Gobierno, no saben si sus funciones serán eliminadas, o agrupadas en otras áreas, o simplemente quedarán como asesores externos, sin responsabilidad administrativa. «En principio quedan todos, pero (los cambios) están en proceso», dijo un funcionario del área, que también desmintió que hubiera cualquier tipo de malestar. Sin embargo, Infobae pudo constatar desorden y desconcierto entre los principales cuadros político-técnicos del oficialismo.
«Están bebiendo de su propia medicina», dijo un Secretario que sabe que su «raviol» en la estructura desaparecerá cuando se publique en el Boletín Oficial el nuevo organigrama del Gobierno. Es que el achique de la planta política de la administración fue ordenada por la propia Jefatura de Gabinete que, en un principio, no había mostrado sus recortes. Pero, obviamente, está obligada a dar el ejemplo, así que la sangría está resultando dolorosa e incómoda porque, en general, se trata de profesionales que vienen acompañando al PRO desde hace muchos años.
Es el caso de otro funcionario, actualmente director nacional, recordó que en la primer reunión de Gabinete ampliado, Macri hizo levantar a los que venían de la actividad privada al Gobierno. «A mí me molestó, resulta que los que apostamos al servicio público, ganando poco y corriendo riesgos, ya no valíamos nada y nos tuvimos que someter a imposiciones de gente que no tiene ninguna experiencia en gestionar ni sabe de qué se trata el Estado, y tampoco conoce la cultura del PRO», se quejó amargamente, mientras imprimía su Currílum Vitae, con ganas de renunciar. «Era obvio que las cosas no iban a salir bien», concluyó.
Para tranquilidad de los estrategas del PRO, Jaime Durán Barba volvió a la Argentina, y con otro triunfo en la cocarda, la victoria del presidente de Ecuador, Lenin Moreno, a quien asesora desde el último trimestre del año pasado para la consulta popular de siete preguntas, donde obtuvo una contundente victoria contra las posiciones de su ex padrino político, Rafael Correa, con porcentajes que llegaron a 70% contra 30% . «Soy macrista-leninista», contestó el consultor cuando un periodista le preguntó su ideología y no mintió. Además de trabajar para el argentino, cuando hizo esas declaraciones ya había sido contratado por su viejo amigo de la juventud, cuando era militante trotskista.
Durán Barba logró que su cliente gane el domingo 4, se quedó dos días más en Quito y el miércoles ya estaba en Buenos Aires, donde se esperaba ansiosamente su llegada. Salvo con Macri, tiene previsto verse en pocos días con todos los accionistas del PRO, a quienes conoce hace más de diez años y para los que trabaja en forma exclusiva en la Argentina, es decir, para ningún otro funcionario o candidato, aunque sea parte de Cambiemos. Almorzó el jueves con Peña, tenía previsto verse el viernes con Horacio Rodríguez Larreta y se supone que durante el fin de semana largo con María Eugenia Vidal.
«La caída de imagen no nos preocupa, pero sí nos ocupa», dijo a Infobae un miembro de la mesa chiquita del oficialismo. Y aunque nadie quiere anticiparlo, circulan rumores de un cambio en la estrategia de comunicación del Gobierno, que se plasmaría en la disolución de las áreas de Vinculación Ciudadana (redes sociales, que solo estarían focalizadas en el Presidente) y la dedicación a un esfuerzo «explicativo» de las políticas ante líderes de opinión del que, en líneas generales, siempre se renegó durante los ocho años de gestión en la Ciudad de Buenos Aires.
Optimista, agregó que «no había otra manera de hacer lo que se hizo y el Presidente demostró que no tiene problemas en invertir su propio capital político para hacer lo que hay que hacer». El problema es si alcanza con el ajuste realizado hasta ahora en un contexto de volatilidad financiera global que podría desatarse en cualquier momento. Para ese escenario no hay respuesta.
Fuente: Infobae