El Centro Cultural Kirchner, vacío: Lombardi desvinculó a 600 empleados y planea su relanzamiento


6 enero, 2016


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El Centro Cultural Kirchner (CCK), la obra arquitectónica más ambiciosa de Cristina Kirchner, es por estas horas una cáscara vacía de personal y contenidos. El titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos Hernán Lombardi tomó
el control para redireccionar el proyecto «faraónico» que fue el
corazón del relato K. En un clima de tensión, ayer decidió no renovar
los contratos de 600 de los 710 empleados que heredó del kirchnerismo.

Desde lo edilicio, reconoce Lombardi, el «ceceka» -como apodó al centro que se levantó en el viejo Palacio de Correos-
«tiene la opulencia y la calidad de los museos más distinguidos de
Europa». La «ballena azul» y el candelabro central lo tienen
boquiabierto. Pero junto a los tesoros estructurales, recibió un
organismo acéfalo, con obras sin terminar y una legión empleados fieles a
la gestión anterior, que quieren mantener la «cultura» del organismo
con impronta kirchnerista y, ante todo, sostener sus fuentes de trabajo.

Ayer por la mañana, un grupo de esos trabajadores volvió a hacer una
protesta en puerta en el edificio emplazado en Leandro N. Alem. Según la
nueva gestión, se trata de personal cuyos contratos culminaron el 31 de
diciembre y ayer decidió no renovarlos. Lombardi le pidió a los gremios
intervinientes que en los próximos días le acerquen planillas con los
datos de estos ex empleados «para hacerles entrevistas, conocer cuáles
eran sus funciones y analizar quiénes tendrán continuidad en la nueva
gestión». Según su cálculo, para funcionar, el CCK necesita a 400
empleados y especialistas con conocimientos curatoriales.

Aunque el ministro quiere dejar atrás el problema gremial para
convertir al centro en un «faro cultural hacia el mundo», el conflicto
no cede. Los ex empleados ya anunciaron que el jueves realizarán una
nueva protesta frente al edificio para «reclamar la continuidad del 100%
de los trabajadores».

La herencia del kirchnerismo. En las últimas semanas Lombardi y un
reducido equipo realizaron un informe con el estado de situación del
lugar. Diagnosticaron que, de la planta heredada, el 85% tenía contratos
temporales triangulados con las universidades de San Martín, Tres de
Febrero y La Matanza. El 15% restante -que hoy sigue en el staff- está
contratado bajo el paraguas de la ley marco.

«El 81% de las designaciones fue en 2015, de las cuales el 42% fue
realizada en la segunda mitad del año. Y el 100% ingresó sin ningún tipo
de concurso ni evaluación previa», indica el informe.

Con el CCK cerrado por vacaciones, Lombardi
recorre el edificio desierto escoltado por seis colaboradores. Camina
por los pasillos sin parar de transpirar su chomba verde. Ni siquiera
frena para atarse los cordones de sus zapatillas color caqui. A cada
paso se sorprende con un descubrimiento, toma decisiones, y piensa ideas
para darle forma a esa joya edilicia en potencia. «Quiero que sea el mayor centro cultural del hemisferio Sur», dice.

«Nos dejaron un centro cultural sin director, totalmente permeado por
la política. Desde la ingeniería el proyecto es locamente
espectacular», exclama en un recorrido. Según Lombardi, a la obra le
«falta instalar equipamiento que compró De Vido por 500 millones de pesos». Estima que la obra total que realizó Cristina Kirchner costó $3.000 millones.

Proyectos a futuro. Los contenidos que tendrá el CCK son la mayor
preocupación de Lombardi. El plan es que el edificio reabra al público
el 4 de febrero con visitas guiadas y que los conciertos comiencen en
marzo. Entre otros puntos, el ministro adelantó que levantara la muestra
de Néstor Kirchner para convertirla en una galería «de todos los
presidentes». Conservará la oficina de Evita, que recrea con enorme
grado de detalle la gestión que tuvo la ex primera dama durante los tres
meses que trabajó en el ex correo.

El centro seguirá teniendo entrada general gratuita y, a corto plazo,
no está previsto sacarle el nombre de Néstor Kirchner. El nuevo
director será Gustavo Mozzi, ex titular de la Usina del Arte.

«Hay que hacer proyectos curatoriales. Lo importante es que la gente
se pueda empoderar del espacio», dice Lombardi. Paradojas de la
política, utiliza uno de los términos preferidos de la ex presidenta
Kirchner. Por ahora, tiene conflictos abiertos y enormes desafíos para
lograr que vuelva la música.

Fuente: La Nación

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