De la mano de Biden y Evo Morales, Alberto apuesta a la vuelta del progresismo en la región y sueña con relanzar la Unasur


7 noviembre, 2020


07-11-20 El presidente Alberto Fernández empieza a delinear su estrategia de política exterior a partir del resultado de la elección presidencial en los Estados Unidos: “Obviamente queremos que gane Biden”, admiten en voz baja en el entorno presidencial.

Por cuestiones diplomáticas evita hacer comentarios públicos hasta el desenlace final del escrutinio. Pero reconoce ante sus colaboradores más cercanos la preferencia por el candidato demócrata y teme que la judicialización de los comicios empantane el proceso democrático en la principal potencia regional y mundial .

Alberto no quiere quedar mal parado en caso de un desenlace que mantenga en el poder a Trump. Por eso, sólo se comunicará -como corresponde a la diplomacia internacional- para felicitar al nuevo presidente de los Estados Unidos cuando haya un claro ganador. Y buscará mantener en buenos términos las relaciones bilaterales en cualquiera de los escenarios.

En el medio, están las negociaciones de la deuda con el FMI, que regresa en noviembre a Buenos Aires. El gobierno argentino necesita el apoyo de los Estados Unidos, sea quien sea el ganador.

Multilateralismo en el mundo y Unasur en la región

Hablar con todos es parte de la estrategia internacional de Alberto -más allá de los acuerdos que sella la vicepresidenta Cristina Kirchner en secreto- mientras espera que el proceso electoral del próximo año vaya delineando el escenario político futuro en la región:

  • No opina sobre las elecciones en Estados Unidos; el embajador argentino en Nueva York, Jorge Argüello, seguía de cerca todas las alternativas y lo mantenía informado minuto a minuto.
  • Mientras, habla con Rusia. El viernes dialogó por teléfono con Vladimir Putin para pedirle negociar la compra de la vacuna contra el coronavirus, de estado a estado, sin intermediarios, y también ofreció profundizar la relación bilateral.También habla con China. No solo por una vacuna contra el coronavirus, sino para firmar acuerdos comerciales para la exportación de soja o por inversiones de la potencia asiática en obras de infraestructura y energéticas en el país.
  • También habla con as principales potencias de Europa. La semana pasada se comunicó por teléfono con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, para hablar de la segunda ola de la pandemia y con el de España, Pedro Sánchez, con el que tiene diálogo frecuente. Alemania es otro de los contactos.
  • También con el Vaticano, ante el que se muestra como un fiel discípulo del Papa Francisco.
  • También habla con China. No solo por una vacuna contra el coronavirus, sino para firmar acuerdos comerciales para la exportación de soja o por inversiones de la potencia asiática en obras de infraestructura y energéticas en el país.
  • También habla con as principales potencias de Europa. La semana pasada se comunicó por teléfono con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, para hablar de la segunda ola de la pandemia y con el de España, Pedro Sánchez, con el que tiene diálogo frecuente. Alemania es otro de los contactos.
  • También con el Vaticano, ante el que se muestra como un fiel discípulo del Papa Francisco.
  • Para la integración regional, Alberto piensa como punta del iceberg el regreso al poder en Bolivia del MAS, partido liderado por el ex presidente Evo Morales. Con él, piensa en el relanzamiento de la Unasur, el organismo que encabezó Néstor Kirchner cuando estuvo fuera del poder, hasta su muerte en 2010.
  • Alberto admite que su estrategia es ir paso a paso. “El relanzamiento de la Unasur está en marcha, pero todavía no lo vamos a anunciar”, señalan en su entorno.

    Un dirigente muy cercano al Presidente lo describió ante A24.com como parte de un proceso en el que espera que Latinoamérica vaya avanzando hacia una nueva integración entre gobiernos “progresistas” en las próximas elecciones entre este año y 2021.

    El triunfo de Biden, podría ayudar en ese sentido como figura contrapuesta al neoliberalismo populista de Trump.

    Biden prometió, por ejemplo, que como primer medida de su gobierno regresará a los Estados Unidos al Acuerdo de París, que impone reformas al sistema de producción para frenar el cambio climático.

    Tras el triunfo en Bolivia de Luis Arce, el candidato de Evo Morales, la Casa Rosada espera que en las elecciones previstas para febrero próximo en Ecuador se imponga el candidato impulsado por el ex presidente Rafael Correa. Y en ese marco, en marzo, se vuelva a reeditar la Unasur.

    Correa podría pedir el retorno de la estatua de Néstor Kirchner a la sede de UNASUR en Quito, deslizan colaboradores de Alberto, como símbolo del regreso de ese bloque regional que lideraron entre 2005 -y después de las muertes de Kirchner y de Chávez- Lula da Silva, Cristina, Evo Morales y Correa.

    Para evitar que lo critiquen por pretender una «venezuelización» del país, Alberto se despega públicamente cada vez que puede de los extremos ideológicos. Porque su objetivo es -admiten dirigentes muy cercanos- construir un liderazgo progresista en la región.

    Cerca de Fernández remarcan que el dilema por el recambio de poder en EE.UU. se da en medio de otros aniversarios: el del golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia, y el famoso “NO AL ALCA” firmado por los ex presidentes Néstor Kirchner, Hugo Chávez (Venezuela); Lula Da Silva (Brasil) y Evo Morales. Ellos, en 2005, dejaron pagando al ex presidente norteamericano (también republicano) George Bush, que se enteró en pleno vuelo, antes de aterrizar en Mar del Plata, que la cumbre presidencial lo esperaba con la negativa a un tratado de libre comercio para la región.

    Alberto pidió no ideologizar la vacuna rusa, ante las críticas de la oposición por el acuerdo que fue promovido.

    El viaje a Bolivia y la despedida del «héroe»

    Como paso previo a esa movida regional, Alberto viaja a Bolivia este domingo -a las 5 de la madrugada en el avión presidencial- con una pequeña comitiva integrada por el canciller Felipe Solá; el vocero Juan Pablo Biondi; y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz; para participar de la ceremonia oficial de la asunción de Luis Arce. Y mantendrá reuniones bilaterales con otros presidentes y dirigentes de la región.

    El domingo, el Presidente y su comitiva no se quedarán en La Paz, pero tampoco regresarán a Buenos Aires.

    Pasarán la noche del domingo en La Quiaca -la última ciudad de Jujuy en el límite con la ciudad boliviana de Villazón- adonde llegará Evo Morales el lunes a la mañana en una extensa caravana que recorrerá varias provincias desde Buenos Aires, como despedida del exilio de Argentina.

    La promocionan con un video con la música parecida al típico «vamos a volver» del peronismo criollo.

    Evo Morales no participará de la asunción de Arce para no opacar al presidente electo, pero se mostrará como el líder el movimiento y llamará a reeditar la UNASUR como bloque regional, que dejaron de lado los presidentes de la región en los últimos 4 años.

    «Argentina ha construido desde 1983 tradición de la democracia y la institucionalidad», señalan en el Gobierno. Con ese argumento, Alberto retomará el discurso de Raúl Alfonsín, con Argentina como líder del retorno de la democracia tras las dictaduras de los ’70 y los ’80 en la región, sobre la base de la defensa de los derechos humanos.

    Alberto intentará mostrar en estos días a la Argentina como abanderada de los derechos humanos. Ese discurso se verá en los actos de este fin de semana por la vuelta a la democracia en Bolivia, como socio estratégico para relanzar la integración sudamericana.

    Se esperan duras críticas a la postura de la OEA sobre las elecciones derogadas en Bolivia en 2019 y las presiones de Estados Unidos de Donald Trump, que terminaron con la renuncia de Evo Morales, su exilio a Argentina y la asunción de la ahora saliente presidenta interina, Jeanine Áñez.

    Alberto participará de la ceremonia oficial en la que la mandataria saliente de Bolivia entregará el poder a Luis Arce.

    «Esto se logró porque Tío Trump estuvo ocupado en su propia campaña como para impugnar el resultado electoral en Bolivia. Y tampoco está para proscribir la inscripción de la fórmula que representa a Rafael Correa en las elecciones presidenciales de Ecuador. El lobo estaba ocupado en sus propias elecciones…», celebraron en el albertismo, en lo que vaticinan como un eventual cambio de clima en la región.

  • Fuente : A24.com

     

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