La paliza 3-0 en la Supercopa Argentina le permitió al Negro sacar varias conclusiones positivas y darle forma al Xeneize en este inicio de calendario.
Abuelos, padres y tíos desde siempre transmitieron la pasión por el fútbol argentino y enseñaron su historia con equipos de memoria. Hoy corren otros tiempos y es común que un equipo, por el bajo rendimiento de sus jugadores o la merma física producto del calendario ajetreado, haga un par de cambios de una fecha a otra. Basta con ver al Boca de Hugo Ibarra, que se acaba de consagrar campeón y, a sabiendas que más temprano que tarde jugará otra final con River –el Trofeo de Campeones 2020-, sigue puliendo su 11 ideal.
La paliza 3-0 sobre Patronato en la Supercopa Argentina disputada en el Único Madre de Ciudades le permitió al Negro, que suele meter mano todas las semanas, sacar varias conclusiones positivas y resaltar con fibrón amarillo los apellidos que tienen que estar sí o sí en este Xeneize 2023.
Uno de ellos es el de Nicolás Figal, quien en Santiago del Estero se vistió de wing izquierdo, escaló hasta la línea del fondo del Patrón y asistió en el 1-0. El central, autor de dos goles en las últimas dos fechas de la Liga Profesional, es una garantía en la marca, como así también en la salida limpia y en el juego aéreo.
En el equipo perfecto que retumba en la cabeza del DT no está Facundo Roncaglia como su acompañante en el núcleo de la defensa, sino el paraguayo Bruno Valdez, quien ya dejó atrás la molestia física que lo marginó varios partidos.
Otros dos futbolistas que son importantes para Ibarra y se afirman en sus laterales, más allá de algunas complicaciones en el retroceso, son Luis Advíncula y Frank Fabra. El colombiano recibió un “tirón de orejas” en este arranque de temporada por su actitud displicente y le tocó ver las acciones desde la comodidad del banco. Aunque poco y nada tardó en volver y sacar a relucir toda su categoría. El cuerpo técnico sabe que Boca tiene otro ritmo cuando pisa la cancha y se proyecta a pura velocidad desde el primer silbatazo.
Unos metros más adelante, la única pieza inamovible hoy por hoy es Óscar Romero, el creativo guaraní que suele dejar sus pinceladas en el verde césped y resquebrajar defensas con sus pases envenenados. Junto al N°10, Ibarra piensa como titulares a Alan Varela, Pol Fernández y Ezequiel Equi Fernández para vertebrar un mediocampo con cuatro volantes.
Mientras que en el ataque, si bien Luca Langoni y Miguel Merentiel se complementaron de gran manera e hicieron desastres en estas jornadas del torneo doméstico, el Boca ideal tiene como única referencia de área a Darío Benedetto, quien se destapó con un triplete y levantó un nuevo título en el club de sus amores, y a Sebastián Villa, otro que fue sentado junto a los suplentes tras bajar su nivel.
¿Y el dueño del arco de La Bombonera? Sergio Romero. El histórico guardián de la Selección Argentina está por encima en la consideración que Javier García, titular en la última Supercopa Argentina. En la próxima cita importante (se viene el TdC ante el Millonario pendiente por la pandemia), Chiquito se ajustará los guantes y todo indica que irá desde el inicio.
El equipo ideal de Boca que piensa Ibarra
4-4-2: Sergio Romero; Luis Advíncula, Bruno Valdez, Nicolás Figal, Frank Fabra; Alan Varela, Pol Fernández, Ezequiel Fernández, Óscar Romero; Sebastián Villa y Darío Benedetto.
El recambio del Boca de Ibarra
Si bien Langoni es el jugador N°12 y una de las cartas más desequilibrantes del plantel, el Negro tiene bien considerados a otros futbolistas para que salten al terreno en los segundos tiempos, cuando las papas quemen o el partido lo necesite.
Por su capacidad para jugar tanto de central como de carrilero, Agustín Sández es una rueda de auxilio en la defensa y uno de los recambios que más minutos tendrá al igual que Roncaglia. En el medio, Cristian Medina y Martín Payero también suelen protagonismo en el primer equipo y, en el ataque, Norberto Briasco fue mejorando la deslucida imagen de sus comienzos en La Ribera con goles y rendimientos destacados.
