Por caso, el Índice de Salarios de INDEC de agosto reveló que los ingresos crecieron ese mes un 7,6% mensual, por debajo de la inflación del 12,4% para el mismo período. Así, en los primeros ocho meses del año, cayeron 1,8% en términos reales. Aunque, nuevamente, la mayor pérdida la tuvieron los trabajadores no registrados.
Economìa
La aceleración en la inflación a partir de agosto, cuando alcanzó los dos dígitos, impactó de lleno en el poder adquisitivo. Así se desprende de las últimas estadísticas disponibles, que dan cuenta de que los salarios crecieron por debajo del nivel de variación del IPC. Una tendencia que, aseguran analistas, se sostendría en los últimos meses del año.
De todas maneras, los salarios registrados también cayeron frente a la inflación en septiembre: según el RIPTE (Remuneración Imponible de Trabajadores Estables) que elabora la Seguridad Social, los ingresos de los asalariados formales treparon 9,5% durante el noveno mes, también por debajo de la variación del IPC (12,7%). De esta manera, en los primeros nueve meses del año el RIPTE se incrementó en un 93,9%, mientras que la inflación en el mismo período fue del 103,2%.
En ese contexto, al analizar cómo puede evolucionar la carrera entre los salarios y la inflación en los últimos meses del año, Luis Campos, coordinador del Observatorio del Derecho Social de la CTA – Autónoma, señaló: “No tengo elementos objetivos, pero no creo que la caída de esos meses se revierta fácilmente, al menos no en lo que queda del año”.
Es que, si bien destacó que “no necesariamente se va a acelerar la inflación, si se mantiene en estos niveles ya va a hacer imposible que el salario se recupere sustancialmente”. “Con una inflación en torno al 12% mensual, va a ser difícil que el salario crezca nominalmente en los mismos niveles”, explicó Campos a Ámbito, quien agregó: “Para que el salario crezca en términos reales, la inflación tiene que empezar a ceder, y no parece que ello vaya a suceder de acá a fin de año”.
Análisis
“Estamos viendo un año en el cual va a haber una caída consolidada en todos los segmentos, en términos de salarios contra la inflación, pero con muchas heterogeneidades”, explicó a este medio Sergio Chouza, director de la consultora Sarandí, quien agregó: “Con un segmento privado que va a estar prácticamente a la par, creo que levemente por debajo. Pero con una inflación tan elevada perder por algunos puntos es casi anecdótico. Lo que más cuenta es la volatilidad de la dinámica nominal, más que el ajuste estricto de la serie de inflación contra una serie de inflación promedio. En el sector público sucederá lo mismo: no va a haber grandes diferencias”.
“En el sector privado informal, la estadística pública, basada en EPH (Encuesta Permanente de Hogares), no hace del todo justicia, no es del todo precisa por los rezagos en la medición, por el efecto de subdeclaración, porque es un segmento aún más heterogéneo que el promedio. Pero en cualquier caso, se podría asumir que ese sector, por no tener un ajuste paritario, con actualizaciones por el efecto inflacionario, va a ser el que quede más expuesto a la volatilidad de precios”, remarcó Chouza.
En ese marco, el economista concluyó: “Así es que va a ser un año malo pero que, paradójicamente menos dramático que años en los cuales había menos nominalidad (por ejemplo 2018 y 2019), pero aun así hubo mayor caída del poder adquisitivo si se analizan los salarios contra la inflación”.
En la misma sintonía, desde la consultora LCG analizaron la evolución de los salarios luego de que el INDEC difundiera el índice de agosto: “Hasta mediados de año, el promedio de los salarios empardó la dinámica inflacionaria. No obstante, la devaluación dispuesta por el BCRA después de las elecciones primarias tuvo como consecuencia una aceleración de la inflación que erosionó toda la ganancia acumulada hasta entonces”.
“Hacia adelante, esperamos que se den nuevas reaperturas de paritarias, aunque la volatilidad que viene mostrando la inflación podría jugarles en contra a los trabajadores”, remarcaron desde la firma, y concluyeron: “Asimismo, un poder adquisitivo erosionado podría estimular una mayor oferta de mano de obra para sumar ingresos al hogar, lo que restaría capital de negociación a los trabajadores, vulnerando la recuperación del poder adquisitivo”.