Más
Apenas
aterrizó el Lear Jet 35 LV-BPL, uno de sus aviones que también está
mencionado en las distintas causas en la que se investiga el presunto
lavado de dinero, efectivos de la Policía Federal y de la Policía de
Seguridad Aeroportuaria se acercaron hasta las escalinatas para detener
a Lázaro Báez y a su hijo Martin.
Hubo un entredicho, una discusión. Báez fue claro: «Acá estoy, vengo a declarar, no entiendo»,
tratando de encontrarle una explicación a su detención. No alcanzó.
Para el juez federal Sebastián Casanello, quien mantuvo la causa por más
de dos años, ahora existe el riesgo de fuga y dispuso su detención
preventiva.
Fue trasladado al interior del aeropuerto de San Fernando y a partir
de ese momento quedó en manos de la Justicia Federal. Finalmente, su
hijo Martín, que también deberá presentarse en declaración indagatoria
ante Casanello, no fue detenido y salió de San Fernando de manera inmediata a reunirse con sus abogados. Fin de una era. Comienzo de otra.
El lunes a la noche, toda la familia Báez participó del cumpleaños de
un familiar. Fue el momento para un encuentro general como antesala a
los días más dificiles de los últimos años. Incluso, a última hora de
ayer se difundió que Leandro Báez, su hijo más chico,
había sido protagonista de un accidente de tránsito. No era cierto, pero
eso llevó a que aunque sea por un par de horas la tranquilidad, en esa
familia, vuelva a brillar por su ausencia.
Según confirmó Infobae, la orden de detención de Báez se
ejecutó en el mismo momento en el que Casanello tomó conocimiento de la
salida de Báez desde Río Gallegos, a bordo de uno de sus
aviones privados. Si bien el destino final del vuelo era San Fernando,
el magistrado no quiso tomar ningún tipo de riesgo. Junto a Báez también
viajó Diego Navarro, uno de sus principales colaboradores y amigo
íntimo, quien no se separa de Báez desde hace varios meses.
Tal como confirmó este medio, el operativo los sorprendió. No lo
esperaban. La intención era llegar a Buenos Aires y terminar de
planificar la estrategia judicial. Ahora no solo cambió el panorama sino
que además también cambiará la estrategia judicial. Báez «está
furioso», contaron desde su círculo íntimo. Mientras tanto, espera con
un chaleco antibalas.