España, Portugal y el sur de Francia están luchando por recuperar el suministro de energía que, de pronto, desapareció por completo. Dos países europeos y el sur de otro, tuvieron inconvenientes de todo tipo porque nada funcionó de golpe. La vida diaria es inconcebible y casi imposible sin energía a disposición en enormes cantidades y de manera continua.
Tardarán hasta 10 horas para restaurar todo el servicio.
Esto abrió el panorama para que cualquier tipo de especulación sea considerada como posible. Hasta la posibilidad de un ciberataque. Hasta ahora, ninguna autoridad lo ha confirmado. Pero el volumen afectado, en tres países europeos, es decir centrales, causó una preocupación inmediata y todo el mundo quiere saber qué fue lo que pasó.
La alternativa de dejar sin energía – para todo – a un país o a varios provoca más temor que un atentado terrorista de los que el mundo ha padecido tantas veces (dos veces en la ciudad de Buenos Aires). Si alguien es capaz, con conocimientos de informática y dominando la tecnología, provocar semejante caos, estamos ante un nuevo riesgo para la vida diaria. Por eso, es urgente saber qué pasó.
¿Qué causó el corte de energía masiva en España y Portugal?
Que de pronto un país desarrollado se quede «sin una gota» de energía es totalmente inesperado. Puede no sorprender en lugares como Cuba, Venezuela o perturbadas naciones africanas. Pero no en Europa. Por eso, la magnitud de la noticia hace posible que se teman las peores posibilidades. Más que una extrañísima falla general, lo que sucedió, ¿puede haber sido un ciberataque programado? ¿Y por quién? ¿Quién tiene semejante conocimiento tecnológico para dejar a «ciegas» a más de 60 millones de habitantes?
Por el momento, las autoridades españolas y portugueses no avanzan en esa línea, pero tampoco pueden descartarla. Europa está interconectado para proveerse de energía. La guerra entre Rusia y Ucrania, puso de relieve esa situación y la fragilidad de un «corte» de la energía rusa, aunque hubo solución.
Pero este caso es grave y diferente. Sin energía, la vida moderna es imposible. Desde el agua o las cocinas en los hogares, los celulares, los pasajes de cualquier tipo, los aeropuertos, medios de transporte hasta los hospitales, todo, absolutamente todo, necesita energía para funcionar. Sin ella, como en pandemia, la «vida normal» se detiene».
En España, solo se producen informes sobre las etapas de «reconexión esperadas». Que puede llevar entre 6 y 10 horas. Lo mismo en Portugal. Pero no hay un solo dato que explique qué fue lo que pasó. En ambos casos, el tema es muy grave
Una falla, un accidente, por amplio que sea, ¿puede paralizar a 60 millones de personas y afectar su economía y movimientos considerados comunes ( como pagar en un supermercado o sacarse una radiografía)? Se espera que haya mecanismos de control, de alerta, de respuesta inmediata, que permitan soluciones transitorias pero rápidas.
En este caso, solo los lugares con equipos de emergencia (como generadores en hospitales) o los celulares cargados a pleno durante la noche, pudieron funcionar. El resto, inutilizado. Con cientos de personas atrapados en trenes, subtes o ascensores.
La otra alternativa es más aterradora. Si no fue una falla, sino un ciberataque programado, ¿quién puede estar en condiciones de producir semejante daño y caos? En ese caso, ¿cómo se puede estar alerta para que no se repitan o sean todavía peores?
