La dirigente enfrenta un nuevo proceso donde se la acusa de supuestas amenazas a policías en 2014. “Este juicio es una payasada, yo nunca amenacé a nadie”, aseveró la dirigente social.
La detenida dirigente Milagro Sala aseguró hoy, en el inicio de un nuevo juicio oral en su contra por supuestas amenazas a policías en 2014, que se trata de un proceso ‘político‘ con el que ‘sí o sí‘ buscan condenarla.
‘Este juicio es una payasada, yo nunca amenacé a nadie‘, aseveró Sala en el inicio del debate oral por un hecho ocurrido el 13 de octubre del 2014, cuando, según la acusación, habría proferido dos amenazas telefónicas a personal de la comisaría seccional 56, del barrio Alto Comedero de la capital provincial.
‘Me quieren sí o sí con una condena‘, dijo la líder de la agrupación Tupac Amaru en la sala de audiencias, adonde esta mañana fue trasladada desde el penal de Alto Comedero.
“Siempre he puteado y todos los han hecho alguna vez, pero nunca fue parte de mi léxico decir voy a poner una bomba”, sostuvo la dirigente en referencia a acusaciones en su contra.
La dirigente social se consideró psicológicamente “destruida”, y tildó de “político” al nuevo juicio en su contra, al señalar una serie de irregularidades que, a su criterio, fueron cometidas en el marco del expediente.
Al respecto, indicó que la jefatura de la seccional 56, única querellante, fue patrocinada inicialmente por los abogados Gastón Morales, hijo del gobernador Gerardo Morales, y Luciano Rivas, actual secretario de Gobierno de Jujuy.
En el inicio de la primera audiencia de este debate, que se extendió hasta cerca del mediodía con cuatro testimoniales, Sala aseguró que venía a una ‘sentencia directa‘.
Ante la prensa, según ella misma refirió, aprovechó para criticar a las reformas laboral y previsional que impulsa el gobierno.
Además pidió a los jueces que no se dejen “avasallar” por el gobernador Morales, circunstancia que llevó al presidente del tribunal a pedirle que se ‘tranquilice‘, tras asegurarle la “independencia” de su obrar.
Ángela Cabero, quien denunció ser una de las víctimas de los dos hechos de amenazas que se están juzgando, fue la primera en declarar y ratificó que ese día recibió una llamada de Sala en la que le dijo: “Cuando ponga una bomba y vuelen todos a la mierda me van a conocer”.
“Reconocí que era ella. Se la escuchaba muy molesta, no me dejó hablar”, indicó Cabero al describir los sucesos denunciados, en su día de franco, y marcar que Sala le faltó el respeto tanto a ella como al oficial que estaba a cargo de la seccional.
“Me generó temor por la persona que es Milagro Sala y porque la comisaría se encuentra cercana a un barrio de la Tupac Amaru”, indicó, aunque consultada por la defensa de Sala sobre si tomó medidas al respecto dijo que siguió “trabajando normalmente”.
Otros dos citados fueron Leonardo Ocampo y Pablo Llampa, efectivos policiales en servicio en la comisaria al momento de los hechos, quienes aseguraron no haber tomado conocimiento de las supuestas amenazas hasta la jornada posterior, cuando por comentarios supieron solo de la existencia de “amenazas”, pero no de quién y en qué circunstancias fueron proferidas.
Finalmente, también compareció María Clemente, que habría estado por una cuestión particular en la seccional cuando ocurrió la primera amenaza telefónica, quien señaló no recordar lo sucedido.
Al advertirse que sufrió un ACV hace más de 10 años y que tenía dificultades en el habla, las partes desistieron de seguir con las preguntas, pero se generaron ciertas idas y vueltas que culminaron con la decisión del Tribunal de citar para mañana a los efectivos policiales que labraron el acta en la que Clemente relató sobre su presencia en la comisaría el día de las amenazas.
Un quinto testigo citado para hoy era Eduardo Vásquez, el primer efectivo policial amenazado, quien no compareció y será citado nuevamente para mañana junto a otros seis testigos que ya fueron convocados, jornada en la que no se descarta que finalice el proceso y se dicte sentencia.
La causa se originó cuando la hija de una integrante de la Tupac Amaru cercana a Milagro Sala, María Molina, fue a pasear a una feria y se encontró con un puesto en el que una mujer estaba vendiendo ropa que le habían robado a su madre en su casa.
De acuerdo a la versión de la Tupac Amaru, la policía detuvo a ambas mujeres, quedando después solo demorada María Vargas, la hija de Molina, lo que motivó, según la denuncia, el llamado de Sala a los efectivos policiales para amenazarlos.