Mi increíble historia de amor con Claudia Villafañe: La Claudia. Por Diego Maradona


29 noviembre, 2020


29-11-20 En su única biografía oficial, Yo soy el Diego, editada por Planeta, el Diez abrió las puertas de su intimidad.

Sobre Diego Maradona hay incontables entrevistas, videos y recuerdos. Pero solo una biografía oficial. Yo soy el Diego, editada por Planeta en el año 2000, y escrita por Daniel Arcucci y Ernesto Cherquis Vialo. Allí, el Diez abrió las puertas de su intimidad como nunca. Todo en primera persona.

Diego se encontraba instalado en Cuba, recuperándose del gravísimo colapso que había tenido en Punta del Este, el 4 de enero del 2000: su primera gambeta a la muerte. Según detalló Cherquis Bialo días atrás en una nota de Infobae, «fueron 38 horas de grabación en 41 días de entrevistas que me demandaron dos viajes a La Habana; luego, otros tres meses para transcribir, llevar a cabo la redacción original y la obligada corrección. Finalmente, medio año más para su procesamiento industrial».

En sus poco más de 300 páginas (traducidas a 88 idiomas), Diego habló de todo: su infancia en Fiorito cruzada por la pobreza, sus sueños, Cebollitas, su debut en Argentinos Juniors, la Selección Argentina y Boca, y mucho, mucho más. Y, también, de La Claudia. Claudia Villafañe, la mujer que más años estuvo a su lado y que lo acompañó en sus momentos más frágiles.

Así contó Diego con sus propias palabras el comienzo de su historia de amor, cuando tenía tan solo 16 años:

Ya estaba instalado definitivamente en la casita de la calle Argerich, con toda mi familia. Era una típica casa de barrio, propiedad horizontal. Nosotros vivíamos al fondo y adelante estaba la familia Villafañe: don Coco, taxista y fanático de Argentinos, doña Pochi, ama de casa, y… la Claudia. Creo que nos empezamos a mirar desde el primer día, cuando me instalé ahí, en octubre del ’76. Ella me miraba por la ventana cada vez que yo salía y yo me hacía el boludo, pero siempre la relojeaba. Eso sí: recién me le animé casi ocho meses después. Exactamente el 28 de junio de 1977.

Fui a bailar a un clásico del barrio: el Social y Deportivo Parque. Ahí, sobre las baldosas de la cancha de papi, las mismas en las que jugaban todos los monstruitos que después terminarían en Argentinos, se armaban unos bailongos bárbaros. Después de las dos de la mañana empezaban los lentos y ese era el gran momento. Yo estacioné mi Fiat 125 rojo en la puerta y me mandé… Ella estaba adentro, con sus compañeras del colegio, iba al quinto año comercial. Los dos sabíamos que nos espiábamos, así que apenas la cabecié, aceptó. Justo, justo en el momento en que empezamos a bailar, ni nos habíamos saludado todavía, meten el tema Yo te propongo, de Roberto Carlos… ¡Espectacular! Me ahorró todas las palabras, que justamente no me sobraban. A partir de ahí, a partir de ese momento exacto, somos El Diego y La Claudia. Y no sabemos vivir el uno sin el otro…

 Bueno, ella se tuvo que acostumbrar a algunas cosas. Y no hablo de las concentraciones precisamente: una vez yo volví muy tarde, casi de día. Ni dormí: me bañé y me fui a entrenar. Mi viejo me escuchó, pero no me dijo nada… Al mediodía, cuando volví, lo veo a mi viejo hablándole a la Claudia, casi a los gritos: «¡Vos no podés hacerlo acostar tan tarde al nene, lo tenés qeu cuidar un poco más, él tiene que ir al entrenamiento!». Yo quería que me tragara la tierra: esa noche no había salido con la Claudia.
Fuente: Ciudad magazine

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