Durante la semana pasada, dos temas que tienen íntima relación con el abordaje de los contenidos de ESI, pusieron nuevamente como tema de debate en los medios, la construcción social de los cuerpos femeninos y el concepto de “instinto maternal”.
El análisis de estas noticias lleva a pensar ¿Qué pasa con el lugar del cuerpo de las mujeres en los medios? ¿Cuál es la construcción cultural que determina que un pecho femenino no pueda ser mostrado por resultar erótico y pornográfico para Facebook e Instagram, pero que no afecta a los cuerpos masculinos? Realmente, no existe razón para esto: son los pezones asociados a los cuerpos femeninos los que incomodan a Instagram, porque incomodan a la sociedad. Las normas comunitarias de algunas redes sociales tienen un apartado dedicado a restringir desnudos y actividades sexuales, por lo tanto, fotos, vídeos y cualquier tipo de contenido digital que muestre actos sexuales, genitales, planos detalles de colas y pezones femeninos son censurados según los criterios de los algoritmos; pero no ocurre lo mismo con los cuerpos masculinizados.
El trabajo estético del film de Almodóvar es de una calidad admirable, sobre todo si se parte del concepto que la película narra lo que ocurre en la vida de dos mujeres que se enfrentan a una maternidad inesperada y se encuentran por casualidad en la sala de parto, momentos antes de parir. Fiel a su estilo, esta historia dramática de «madres imperfectas» como la ha descrito el propio Almodóvar, recorre temas como la culpa, los miedos frente al maternaje, el rol que ocupan las mujeres en la reproducción natural y la construcción social de la maternidad, representándolo tan increíblemente en ese ojo que contiene un pezón, del cual “llora” una gota de leche, en referencia a lo dolorosa que puede ser la maternidad.
La segunda noticia que alude el comienzo de esta nota es el caso de Jorgelina, como la bautizaron quienes la rescataron, esa beba abandonada en un contender de basura con apenas horas de vida. Frases como “que hijos de re mil p…”; “en que instante un ser humano, padre o madre, pueden meter a una beba en un contenedor”; “hay alguien que pueda tener la cobardía de hacerlo”; “ignorancia, maldad, desesperación”; “hay un instinto”; “ningún animal abandona a sus hijos”; “no hay nada más antinatural que esto” se escucharon en algunos medios audiovisuales que cubrieron el caso. ¿Existe realmente el instinto maternal? ¿Qué es lo natural y lo antinatural en esta historia? ¿Qué razones puede tener una mujer para abandonar a una criatura que acaba de nacer? ¿Alguien en los noticieros se hace esa pregunta? ¿Quién/es somos de manera individual o colectiva para juzgar a esa mujer que abandonó a una recién nacida?
La ciencia viene desarrollando desde hace varios años la deconstrucción del instinto materno «Todos los mamíferos hembra tienen respuestas maternales o “instintos”, pero esto no significa, como se suele asumir, que toda madre que dé a luz esté preparada automáticamente para cuidar de su descendencia», afirma la antropóloga Sarah Blaffer Hrdy . «Más bien, las hormonas gestacionales preparan a las madres para responder a los estímulos de su bebé y, tras el parto, poco a poco, va respondiendo a las señales». Según ella, no es solo el caso de las mujeres que dan a luz físicamente: explica que, al momento de ser abuela, sus niveles de oxitocina aumentaron sorprendentemente como se produce con los vínculos maternales. Por lo tanto, las madres que dan a luz como las madres que adoptan, deberían considerarse «madres biológicas», basándose en los cambios que tienen lugar en sus cuerpos cuando se convierten en madres. «Ambas experimentan transformaciones neuroendocrinológicas similares, incluso en ausencia del parto o la lactancia», afirma Hrdy.
Para la psicología, el instinto maternal es una construcción social, algo aprendido y, por tanto, algo a lo que se puede renunciar. Incluso hay estudios que distinguen la maternidad del maternaje. El primero sería el tiempo que transcurre durante la gestación del bebé y el segundo, lo que necesita ese ser recién nacido para convertirse en una persona que pueda manejarse por sus propios medios. Esto explica el por qué una mujer que acaba de parir puede abandonar a esa criatura que salió de sus entrañas; incluso se puede pensar que en un estado total de ignorancia sobre lo que sucedía en su cuerpo, haya optado por dejarlo dentro de una bolsa de basura. Se juzga a esa mujer que dio a luz como una “mala madre”, pero ni siquiera se menciona la situación que atravesaba para llevarla a tomar esa decisión.
Diversos estudios sobre género y sexualidad han desarrollado teorías para demostrar que la necesidad materna de acompañar a una criatura recién nacida es sólo cultural. ¿Por qué Pampita puede volver a trabajar a los diez días de parir, y estar espléndida, y ser noticia y que la admiremos y el resto de las mujeres deben esperar lo que les dicte la legislación laboral con respecto a lo que “puede” y “debe” hacer? ¿Por qué una mujer que no buscó maternar y aborta es una “mala madre”? ¿Por qué Marley que no puede gestar y alquila un vientre es un padre excepcional y comprometido con la educación de su hijo? ¿Por qué una mujer que decide alquilar su vientre y vender un hijo salido de sus entrañas es una “incubadora” y no una “madre”?
Es hora de llevar estos debates a las aulas. La Educación sexual integral invita a pensar que es lo importante en relación a los cuerpos y la mirada que de ellos se hace en los medios, que pasa con la sexualidad de los cuerpos, que se puede mostrar y que no, que rol tienen las mujeres, tanto en los espacios públicos como en sus espacios privados, que pasa con la construcción social de la maternidad, que es lo que está impuesto en términos de obligación y que es lo que se muestra como aberración o un escándalo, que podemos justificar y que no antes de pensar en términos brutalidad.
Un pezón femenino que llora leche, por no desear la maternidad debe ser censurado. Una beba abandonada en un contenedor de basura es un hecho lastimoso, aberrante, pero nadie piensa en el porqué de ese abandono. Lo que siempre se juzga es el lugar de la mujer que rompe el estigma de lo que se espera que haga. La ignorancia humana tiene una línea muy fina entre el deseo, el deber y el querer: y siempre son las mujeres las que deben ser juzgadas.
REPORTE PLUS