Los padres contribuyen a la crianza de los niños sirviendo como un puente hacia el mundo externo y catalizando el desarrollo de diversas habilidades. Descubre el rol tan crucial que desempeñan.
La crianza y el cuidado de los niños son tareas tradicionalmente asociadas a la mujer. Sin embargo, cada vez son más los padres involucrados en la vida diaria de sus hijos. Esta decisión es beneficiosa, ya que un progenitor es una de las principales figuras de apego y de gran relevancia en el desarrollo psicológico. Además, parece que su rol y su labor son algo diferentes a la ejercida típicamente por la madre. A este respecto, se desarrolló la teoría de la relación de activación padre-hijo.
Según este paradigma, los padres cumplen una función crucial a la hora de animar a los niños a abrirse al mundo, explorar y defenderse cuando sea necesario. Su desempeño predice el grado de ansiedad de los niños e incluso puede modular su temperamento. Debido a ello, es conveniente saber en qué consiste este vínculo tan especial y cómo funciona.
El vínculo de apego: seguridad y exploración
Dentro de la psicología evolutiva y del desarrollo, una de las teorías más conocidas es la teoría del apego propuesta por John Bowlby y Mary Ainsworth. Según estos autores, durante los primeros meses y años los progenitores interactúan con sus bebés de tal forma que crean una relación que provee a los infantes de la confianza que necesitan.
Este vínculo fue estudiado en el conocido experimento «la situación extraña», el cual dilucidaba si esos bebes lograron (o no) crear ese apego seguro.
Sin embargo, al evaluar la situación entre padres e hijos, se vio que tenía menor poder explicativo que cuando se hacía con las madres. Y esto puede ser porque, en realidad, el apego tiene dos componentes básicos y únicamente se estaba midiendo uno. Estos componentes son, por un lado, la seguridad (el sostén, la atención, el consuelo) y por otro la activación (esto es, la incitación a explorar y abrirse al mundo).
Idealmente, el vínculo de apego debería dotar al infante tanto de seguridad como de motivación par asumir riesgos, tomar la iniciativa y enfrentar obstáculos. Y, de acuerdo con la teoría de la relación de activación, padres y madres desempeñan roles diferentes y complementarios al respecto.
Los padres constituyen figuras de activación primarias para los niños, y secundarias en cuanto al apego. Lo contrario ocurre con las madres.
La relación de activación padre-hijo: ¿en qué consiste?
Con base en este prisma, el papel de los padres es el de catalizador y puente hacia el mundo exterior. Al implicarse con sus hijos desde edades tempranas e interactuar con ellos, les incitan a abrirse al mundo, explorar, resolver problemas y responder a imprevistos, ayudándoles a desarrollar las habilidades necesarias. Principalmente, ocurre de las siguientes maneras:
- Los padres usan formas de lenguaje más complejas con sus hijos, lo cual estimula el uso de un vocabulario más variado.
- En lugar de resolver los problemas por los niños, los padres demandan de ellos esa resolución y les incentivan a tomar la iniciativa.
- Juegan con sus hijos de formas más activas, agresivas y no convencionales. Este juego físico activa y excita a los menores, les enseña a asumir riesgos y solucionar imprevistos.
- Estos modos de interacción, diferentes a los empleados típicamente por las madres, contribuyen a que los niños desarrollen confianza en sus propias habilidades ante amenazas y entornos desconocidos.
Los investigadores llevaron a cabo un estudio similar al de la situación extraña para evaluar, en este caso, la relación de activación. El procedimiento, denominado «situación de riesgo», analizaba cómo respondían los niños ante la presencia de un extraño, ante un riesgo físico y ante la imposición de límites. En consecuencia, los resultados dependerían del grado en que los padres sabían aplicar tanto supervisión como disciplina.
Los hallazgos mostraron que los niños adecuadamente activados por sus padres son confiados, valientes, prudentes y obedecen cuando se les da una orden o directriz. En cambio, los niños subactivados tienden a ser pasivos y ansiosos, apenas exploran y buscan siempre el contacto del progenitor. Y, por su lado, los menores sobreactivados se muestran imprudentes y desobedientes ante los límites.
Comentarios finales
La teoría de la relación de activación padre-hijo sugiere, entonces, que la implicación de los padres en la crianza desde momentos tempranos es crucial para el buen desarrollo psicológico de los niños. El juego físico, el vocabulario complejo, la supervisión y la disciplina son fundamentales para conectar al menor con el mundo externo y dotarlo de la capacidad de desenvolverse en él sin dificultades.
Se ha visto que la subactivación (vinculada normalmente con la sobreprotección) se liga con la ansiedad infantil y otros trastornos internalizantes. Por su lado, la sobreactivación podría asociarse con problemas de conducta, agresividad y otros trastornos externalizantes. Por ello, conviene recordar que el vínculo temprano con los niños debe incluir tanto seguridad y apego, como estimulación y activación apropiadas./La mente es maravillosa