18-11-20 Según el Presupuesto elaborado por Economía, el alza está proyectado en un 29%. Está en juego una variable clave: el déficit fiscal.
Un nivel inflacionario de este nivel llevaría además a una mayor presión de alza de los salarios públicos y privados, además de asonadas de parte de los jubilados cuyos ingresos indexarían el año próximo con la nueva fórmula que toma como válidos los promedios salariales y la recaudación de la AFIP. Los privados basan la proyección del 50% en la inevitable presión al alza en los servicios públicos, combustibles, telecomunicaciones en general (internet, celulares, cable, etc), en la presión salarial y en la liberalización administrada de los precios de los principales productos de consumo masivo, alimentos y bebidas; lo que, inevitablemente, producirá diferencias cualitativas contra 2020.
Tienen en cuenta que este año operaron a favor de la contención del IPC por debajo del 40% final, la aplicación rabiosa de los controles de los valores en Precios Máximos, los congelamientos de tarifas, la escueta alza autorizada de las naftas, los salarios operando por debajo de la inflación y las consecuencias generales de una recesión de dimensiones históricas provocada por la pandemia. Sólo el indomable dólar en el período pos renegociación de la deuda alteró el esquema de controles mixtos y cruzados, y presionó la inflación en crecimiento del último trimestre del año comenzando por el 3,8% de octubre. Una visión menos pesimista sobre 2021 hablaría de una inflación menor a aquel 50% pero cercano al 40%. Nunca del 29% que pelea Guzmán.
Para el FMI se trata de un debate fundamental. Puede aceptar distorsiones generales y metas que no se cumplan pero no un desequilibrio que implique alterar el resto de las variables fundamentales de las que depende la firma final. Especialmente el déficit fiscal del 4,5% para todo el ejercicio, condición innegociable para el tándem Cubeddu/Kozac. Sin este nivel de desequilibrio entre ingresos y gastos (o menos), simplemente no habría acuerdo.
Luego del traspié por el malentendido por el fallido contagio de covid por parte de Cubeddu, la misión continúa hoy en sus días finales de verificaciones y debates técnicos. Lo que queda es definir los rubros donde hay acuerdos y dejarlos cerrados. Y terminar de debatir aquellos donde las distancias son aún espesas. Y cuando ya no haya posibilidades de ponerse de acuerdo en esos capítulos, directamente el tema pasará a resolución política. Será ahí el turno de la diplomacia cruzada, tal como adelantó este diario, entre Alberto Fernández y el director gerente para el Hemisferio Occidental, Alejandro Werner.
Fuente : ámbito.com