En la primera semana de la nueva ministra Silvina Batakis al frente de la economía, el Gobierno volvió a denunciar un clima de desestabilización. Tiene poco margen para tomar medidas que lo lleven a un camino seguro para controlar la inflación, con un riesgo país y dólar blue por las nubes. En ese marco, este jueves el INDEC difunde el índice de precios al consumidor de junio, lejos de la senda decreciente que venía prometiendo la Casa Rosada y deja al Gobierno envuelto en la incertidumbre de no poder calcular cuál será la inflación anual.
La inflación de junio será más alta que la de mayo y la puja distributiva se traslada a las calles. ¿Cómo desactivar la bomba de la inflación que amenaza la «paz social»?
Bajo un ruidoso silencio de la vicepresidenta Cristina Kirchner y los máximos dirigentes del kirchnerismo, Batakis y los ministros más cercanos a Alberto Fernández apostaron a un mensaje de ajuste ortodoxo para intentar calmar a los mercados, pero ese discurso ahora deja al Gobierno envuelto en una confrontación con los sectores que hasta ahora eran aliados y formaron parte de su propia base electoral.
La mayoría de los sindicatos y los movimientos sociales salieron a rechazar la «economía de guerra» anunciada por Batakis que plantea un congelamiento de todas las cajas presupuestarias del Estado. La nueva ministra también rechazó entre otras medidas, la implementación de un Salario Básico Universal o un aumento salarial fijo por Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) para achicar la brecha entre sueldos, jubilaciones y precios.
Además del paro de comercialización del campo el miércoles, el Gobierno recibió las advertencias de dirigentes piqueteros opositores y oficialistas que como Eduardo Belliboni (Unidad Piquetera) y Juan Grabois (CTEP) se unieron para reclamar aumentos de salarios, de planes sociales por decreto y la creación de un Salario Básico Universal para los 7,5 millones de desocupados que trabajan en la Economía Popular. Grabois es un oficialista crítico. Pero también participaron del pedido otros más cercanos como el «Gringo» Castro.
Ese clima de tensión llevó a Alberto Fernández a tener que recibir fuera de agenda a los líderes de las organizaciones sociales del Frente de Todos. Hablaron sobre los allanamientos a comedores de movimientos sociales y Alberto les prometió una reunión con Batakis la semana que viene para hablar del salario básico universal. «Hay una pelea distributiva y vamos a tener diferencias con el presidente. No le tenemos temor a la conflictividad por la puja distributiva», dijo al salir Castro.
Este jueves es el turno de la CGT que reúne al Consejo Directivo para definir si convoca a una masiva movilización para fines de julio o los primeros días de agosto. Pondría por primera vez a la central en la vereda crítica hacia el Gobierno de Alberto Fernández.
El Gobierno no tiene previsión de la inflación anual
Silvina Batakis admitió que no sabe cuánto será la inflación del 2022 y dijo que «sería poco profesional» dar una estimación.
En su primera conferencia de prensa, la ministra de Economía trató de eludir el tema y dijo que las consecuencias de la guerra en Ucrania podrían hacer aumentar aún más los precios.
«La verdad que sería muy poco profesional de mi parte que yo arriesgase hoy a decir cuál es la proyección de inflación en esta situación inédita de desequilibrio mundial», dijo Batakis cuando le pidieron una precisión sobre el número de inflación que espera para este año. «Estamos en una situación totalmente distinta a una situación en donde uno podía hacer proyecciones inflacionarias», se justificó.
La ministra reconoció que la estrategia del Gobierno es «trabajar la expectativa de inflación con los empresarios, con los comerciantes» y admitió que «tenemos que tener en cuenta que si la guerra (en Ucrania) se sigue profundizando y la presión sobre los alimentos y la energía sigue avanzando, eso nos puede generar una oportunidad con la exportación de nuestros productos primarios, pero también va a generar una presión inflacionaria», admitió Batakis.
La declaración se da en momentos en que se espera un dato muy malo de inflación de junio, el cual habría sido uno de los motivos de la renuncia de Martín Guzmán. El exministro había prometido a Alberto un sendero decreciente, pero el dato de junio estaría por encima del 5,1 por ciento de mayo y el panorama sería mucho peor para julio teniendo en cuenta las remarcaciones posteriores al cambio de Ministro de Economía.
Después del sacudón de la semana pasada, sin anuncios de Batakis, con remarcaciones de hasta el 40 por ciento y una fuerte suba de los dólares paralelos, las consultoras privadas esperan una inflación para julio de entre 7 y 8 puntos, por lo menos. Así, las estimaciones para todo el año se ubican en torno al 80 por ciento, un número que Batakis no quiso convalidar.
Pedido a empresarios y ajuste ortodoxo: la apuesta del Gobierno ante la imparable inflación
