Luego de la moderación observada en junio, la inflación se volvió a acelerarse en julio. Así se desprende de los distintos relevamientos de consultoras privadas, cuyos pronósticos para la variación mensual del IPC oscilan entre el 6,5% y el 7,2%.
Economía
En tanto, la consultora Analytica estima una inflación de 7,1% para julio. Y desde C&T, la proyección es de 7,2%: destacaron que, además de una mayor suba en el rubro alimentos y bebidas, la incidencia del sector “turismo” por las vacaciones de invierno, a lo que se sumaron aumentos en prepagas, tarifas y colegios.
Por su parte, desde la consultora Ecolatina estimaron una inflación por debajo del 7% para julio, luego de su relevamiento de la primera mitad del mes. “El IPC Ecolatina para el Gran Buenos Aires mostró en la primera quincena de julio un crecimiento del 6,5% con relación al mismo lapso de junio. De esta manera, sostuvo la desaceleración registrada desde la segunda quincena de mayo. La moderación responde a un menor crecimiento de alimentos frescos, sumado a que en julio coinciden una menor cantidad de aumentos de la categoría Regulados que en los dos meses previos”, explicaron desde la firma.
Inflación: qué se puede esperar para agosto
Los analistas también advirtieron por una serie de factores que pueden presionar al alza los precios durante agosto. Entre ellos, destacaron el impacto que pueden tener las medidas anunciadas a comienzo de esta semana por el Gobierno, sumadas a la volatilidad que mostraron los dólares alternativos y lo que pueda suceder luego de las PASO.
“Para agosto podría esperarse una fuerte suba, porque es donde va a impactar principalmente la imposición del impuesto PAIS del 7,5% a bienes y 25% a servicios”, explicó a Ámbito Claudio Caprarulo, director de Analytica, quien también resaltó que puede influir la suba en los dólares alternativos: “Y hay que ver el resultado de las PASO y la reacción de los mercados. Agosto va a ser un mes clave”.
Por su parte, Marí señaló que “las últimas medidas del gobierno son una devaluación hecha a través de impuestos; en este sentido, permiten a su vez reforzar la recaudación tributaria, pero trasladando los costos a empresas y consumidores”.
“El tipo de cambio diferencial para maíz (que representa cerca del 10% de la estructura de costos de la carne vacuna) y los impuestos para las importaciones de bienes y servicios, se trasladarán parcialmente a los precios de los bienes finales, especialmente en los rubros con mayor ponderación de transables”, remarcó el economista de Libertad y Progreso.
“Aquí aparecen equipamiento y mantenimiento del hogar, indumentaria y alimentos. Por ejemplo, ya estamos viendo importantes remarcaciones en electrónica y también subas en los precios del mercado de carnes de Liniers (la carne tiene una ponderación del 7% en el IPC). La mayor parte del impacto lo veremos en la medición del IPC de agosto, que se conocerá el 14 de septiembre, y que proyectamos rondará el 7,3%”, resaltó Marí.
En tanto, desde la consultora Ecolatina analizaron las medidas del Gobierno y señalaron que uno de sus “costos colaterales” es una “mayor presión inflacionaria”: “Si bien el impacto es menos generalizado que el de convalidar un saldo discreto del tipo de cambio oficial, la incidencia sobre los precios domésticos no será inocua: extender el ‘dólar agro’ a cereales como el maíz implica encarecer un insumo relevante del sector engordador de pollos y cerdos y de los feedlots; mientras que aplicar un impuesto a las importaciones (aumentar el costo de reposición) significa encarecer bienes e insumos utilizados en procesos productivos o consumos finales de la economía, lo que genera un traslado a los precios internos”.