MIAMI.- Derrotado por Joe Biden, sin acceso a sus redes sociales y con dos juicios políticos en su historial, Donald Trump se muda esta semana de la Casa Blanca a Florida, donde levanta tantas pasiones que su apellido fue escrito en la espalda de un manatí.
El futuro expresidente evitará la investidura de su sucesor y partirá el miércoles temprano hacia su resort Mar-a-Lago en Palm Beach, en el sur de Florida. Al parecer, planea vivir allí.
También hay indicios de que sus hijos adultos se mudarán cerca de la órbita de su padre, quien fue vetado por Twitter y otras redes sociales luego de ser acusado de instigar a sus simpatizantes a asaltar el Congreso estadounidense el 6 de enero.
Pero sus futuros vecinos no están muy contentos de tenerlo en el barrio.
En diciembre, los residentes de Palm Beach enviaron una carta al ayuntamiento donde recuerdan que, según un acuerdo de 1993, el club es un club y no una residencia a tiempo completo.
El documento publicado por el Washington Post estipula que el uso de las suites del club se debe limitar a «un máximo de tres períodos no consecutivos de siete días en un año», algo que el club niega. Según un recuento del Post, el presidente ya incumplió esta norma al superar con creces el límite y se espera que batalle esta argumentación.
Una base sólida
«Los Trump se sorprenderán cuando se enteren de que las listas de votantes en los tres principales condados del sur de la Florida -Palm Beach, Broward y Miami-Dade- están dominadas por demócratas», dijo Craig Pittman, nativo de Florida y autor de cinco libros sobre el estado.
«De hecho, la representante ante el Congreso por el distrito que cubre Mar-a-Lago, Lois Frankel, votó no una sino dos veces en los juicios políticos contra su elector más famoso», comentó. No obstante, el presidente construyó una sólida base de seguidores en Florida estos cuatro años, sobre todo entre blancos rurales e hispanos conservadores.
Gente reunida en el Capitolio manifestándose en favor al juicio político contra Trump Fuente: AFP
Uno de sus más fervientes seguidores es Enrique Tarrio, un cubanoamericano de Miami que lidera la milicia de ultraderecha Proud Boys.
Ejemplo de las pasiones floridanas por el presidente fue un manatí hallado el domingo con la palabra «trump» raspada en su espalda. El animal está bien de salud, aparte de la posible vejación ideológica. Sin embargo, después del asalto al Congreso el miércoles pasado, el futuro expresidente llega a un escenario político complejo.
Al Cardenas, expresidente del partido Republicano de Florida, dijo al Tampa Bay Times que los republicanos en el estado están aterrorizados ante la perspectiva de perder el apoyo de los simpatizantes de Trump.
Varias docenas de simpatizantes protestaron frente a la casa en Miami del senador Marco Rubio, hasta entonces venerado entre los republicanos de Florida, quienes lo llamaban «traidor» por haber reconocido el resultado de las elecciones y rechazar la falsa argumentación de Trump de que las elecciones fueron un fraude.
Reality en Mar-a-Lago
La prensa del corazón también estará ocupada. Por ahora sigue los pasos de Tiffany, la hija de 27 años de Trump, quien según el tabloide Page Six está viviendo en South Beach mientras busca propiedades en el área.
El mismo medio reportó en diciembre que Ivanka, de 39 años, y su marido Jared Kushner -un asesor del presidente- compraron un terreno de 30 millones de dólares en Indian Creek Village, un islote al norte de Miami Beach conocido como una de las comunidades más caras del país.
Finalmente, se especula que Donald Jr. y su novia Kimberly Guilfoyle están buscando casa en Júpiter, al norte de Palm Beach.
¿A qué se dedicarán estos neoyorquinos en la soleada Florida? «Quizás los Trump encontrarán una nueva salida para sus energías, como lo hizo el post-presidencial Jimmy Carter con Habitat for Humanity», bromeó Pittman. «Hay muchas personas pobres en Florida a las que les vendría bien su ayuda».
Pero, refiriéndose a uno de los momentos más infames de su presidencia, cuando el presidente lanzó papel de cocina a los puertorriqueños damnificados de los huracanes de 2017, añadió: «Aunque tendría que ser algo más sustancial que simplemente arrojarles rollos de papel».
Agencia AFP