El geólogo José Viramonte explicó sobre la situación actual del volcán chileno, que puede afectar a Salta y Jujuy.
El Gobierno de Chile ingresó en alerta naranja por la situación del volcán Láscar el viernes de la semana pasada, ante el peligro de una nueva erupción. Los fantasmas de la nube de cenizas que cubrió el ambiente en abril de 1993 vuelven a Salta y Jujuy.
Hay especialistas salteños que siguen la situación de Láscar en coordinación con autoridades argentinas y chilenas. La gran pregunta es cómo afectaría a Salta y Jujuy un nuevo episodio de actividad magmática.
Para entender estas cuestiones se recurrió a José Viramonte, quien es un geólogo de la UNSa y del Conicet. «Dentro del cráter está creciendo lo que se llamamos domo de lava, que muy posiblemente terminará por explotar y podría llegar a producir una erupción bastante grande. Lo mejor sería advertir sobre esta situación para prevenir males mayores», dijo el geólogo.
El hombre explicó que desde el martes comenzaron a ver en el cráter un domo, una especie de lomada que está creciendo y que es por la presión de la lava.
Para entender la situación explicó que el núcleo de la Tierra arde a unos 6 mil grados centígrados y que los volcanes funcionan como cámaras de conexión de toda esa fuerza incontenible que existe en el centro del planeta. Ese magma produce una fusión que fluye por las bocas de los volcanes con lava a unos 1.100 grados.
«Para tener en cuenta, la última erupción de lava y ceniza que se registró en 1993 y el volcán Láscar lanzó material a 28 mil metros de altura. Si tenemos que el volcán solo tiene 6 mil metros más entenderemos la potencia que tiene. Todo ese material que vuela por los aires sube hasta un punto y luego cae nuevamente a la superficie. Esa caída es catastrófica, nada se salva. Eso en una distancia corta, en un radio de unos 15 kilómetros», dijo Viramonte.
El volcán Láscar está ubicado en la región de Antofagasta, a unos 70 kilómetros al sur de San Pedro de Atacama y a unos 60 de la frontera con Argentina. Está a unos 300 kilómetros de San Salvador de Jujuy y de Salta.
Según Viramonte, desde noviembre del año pasado comenzó la actividad magmática de un volcán que está en permanente actividad; solo que ahora comenzó un período de reactivación en que se experimenta una mayor emisión de gases y mayor actividad sísmica. Además se está formando y creciendo el domo de lava, se está intruyendo gran cantidad de material vizcoso, hay emisiones de gas y ya se modificó la morfología del cráter. Es decir que la forma que tenía la montaña hasta octubre del año pasado ya cambió, ya no es la misma.
Se dice que nadie puede saber el cuándo ocurrirá una erupción, mucho menos saber la proporción. Lo que sí se puede hacer es preparar a la población para afrontar este tipo de fenómenos.
«Todos estos indicios son iguales a aquellos que son anteriores a la erupción de abril de 1993. Es por eso que decimos que podríamos estar ante la inminencia de otro fenómeno igual», dijo el especialista.
En geología se llama intrusión cuando un cuerpo de roca ígnea se ha cristalizado a partir de magma fundido bajo la superficie terrestre. Todo eso hace fuerza y solo falta que se infle la montaña, que sería el último indicio que falta. Sí, la montaña antes de realizar un gran erupción se infla como cuando una persona se prepara para escupir.
En ese caso habría serias consecuencias para nuestra ciudad, y para poblaciones como San Antonio de los Cobres, Olacapato, Salar de Pocitos o Tolar Grande.
Lo que puede pasar en nuestra provincia
Advierten que hace falta un plan de prevención por las cenizas.
La experiencia de 1993 indica que los vientos tienen una predominancia, sobre todo los que vienen desde el noroeste hacia el sudeste. En consecuencia, si uno ve el mapa, todas las cenizas conducen a las provincias de Salta y Jujuy.
«Hay un 90 por ciento de probabilidad de esos vientos si el volcán estalla por esta época del año», dijo José Viramonte.
Según los geólogos, con que caigan 2 cm de cenizas ya sería catastrófico para las dos provincias. Es por eso que dice que las autoridades tienen que comenzar ya a prever un plan para mitigar los efectos de las cenizas si es que hace erupción el volcán.
Las cenizas contaminarían todo lo que hoy conocemos, el agua, los campos, las montañas, las casas, la vida.
«La ceniza conforma una pátina con arsénico, ácido sulfúrico, ácido nítrico, boro y otras sustancias que contaminan todo», advirtió.
Y para comenzar a pensar, en la agricultura afectaría a todos los cultivos que se sembraron y a las máquinas agrícolas que se utilizan. Las cenizas las destruyeron en 1993.
Eso haría que los alimentos para los animales se vayan por las nubes. Por lo demás, afectaría las vías respiratorias de las personas. También contaminaría el agua, por lo que habría que ir pensando en grandes reservas para el consumo.
Se espera que en la zona de los Andes caiga más ceniza, por lo que los daños serían más importantes en la zona. Hasta los techos se cayeron en 1993. También aumentan los accidentes viales, porque la ceniza vuelve inestables a las calles.
Por otro lado, hay que volver a preparar a los hospitales porque aumentan las enfermedades respiratorias.
«Las autoridades ya están informadas sobre los indicios que dicen que en cualquier momento puede ocurrir este fenómeno que afectará a toda la vida salteña», alertó Viramonte./El tribuno