Entre sus confesiones, el piloto oriundo de Pilar sorprendió con su espontaneidad al admitir su preferencia por manejar camionetas. “Me divierte más. No tenés que frenar en los pozos ni preocuparte por pegarle a un cordón, que yo soy medio animalito”, expresó entre risas.

Además, reveló que, de no haber sido piloto, se habría dedicado a algo muy diferente: “Chofer de Uber, capaz. Por suerte hago lo que me gusta”.

Colapinto también compartió uno de sus rituales antes de cada competencia: “Siempre me pongo todo lo derecho primero: guante, bota, cinturón. Creo que de por sí los argentinos tenemos muchas cábalas, estamos un poquito locos”.

En un ping pong de preguntas rápidas, confesó haber tenido accidentes al volante, participado en una carrera callejera y desconocer inicialmente el significado de “salar un carro”, aunque terminó aceptándolo con humor.

Sobre su futuro en la Fórmula 1, el joven piloto fue cauto pero optimista: “Por ahora no hay nada cerrado ni confirmado, estamos buscando la mejor opción para mí”.

Las posibilidades para 2025 se reducen a dos: continuar como piloto de reserva en Williams, donde podría volver a la parrilla ante la baja de alguno de los titulares (Carlos Sainz o Alex Albon), o dar el salto a Alpine, equipo con el que hay negociaciones avanzadas. En este caso, dependerá de si el australiano Jack Doohan cumple con su contrato de cuatro carreras antes de cederle su lugar al argentino.

Mientras espera definiciones, Colapinto aprovecha sus vacaciones en una casa en un barrio privado en Pilar, donde compartió tiempo con sus seres queridos y completó los estudios secundarios al rendir las materias pendientes./A4