04-11-20 Pfizer y AstraZeneca exigieron un contrato que Alberto se negó a firmar y por eso salió en busca de la alternativa rusa.
El acuerdo que anunció Alberto Fernández para contar con la vacuna rusa contra el coronavirus desnudó las diferencias internas del Gobierno en torno al manejo de la pandemia.
El Gobierno venía hablando de la vacuna de la compañía norteamericana Pfizer y la inglesa-sueca AstraZeneca, que es elaborada junto a la universidad de Oxford y en Argentina cerró un acuerdo con el empresario Hugo Sigman, muy cercano al kirchnerismo.
Estas empresas habían pedido la inmunidad de jurisdicción y el Gobierno aceptó y envió una ley al Congreso en la que se establece que sólo se podrá hacerles un juicio en el país de origen de los laboratorios. Pero además, exigían que en el contrato de compra quedara asentado que si la vacuna no funcionaba, el Estado no podía reclamar. Alberto se opuso a firmar esa exigencia y se quedó sin vacuna. «Te cuento que estamos sin vacuna», le dijo desolado a un importante dirigente de acceso frecuente a Olivos.
Fue en ese momento de crisis, que un asesor le sugirió se contactara con el gobierno de Vladimir Putin, que había quedado contento con la carta que Alberto le mandó al presidente ruso para felicitarlo tras registrar la primera vacuna contra el Covid-19 el pasado 11 de agosto. Dos días después de ese suceso, Ginés en una entrevista con TN le bajó el precio a la vacuna rusa y sugirió que se había salteado la fase 3.
El gesto despectivo del ministro no pasó desapercibido para los rusos. Así se lo hizo saber al Gobierno el embajador ruso en Argentina, Dmitry Feoktistov, con el estilo directo que los caracteriza. «El presidente Putin está muy agradecido con la felicitación pública que le mandó su Presidente, pero también le digo que nos cayeron muy mal las palabras de su ministro de Salud», afirmaron desde la sede diplomática rusa a uno de los dirigentes del peronismo más cercanos a Alberto.
Como sea, tras las sugerencias de su asesor, Alberto puso en marcha una acción política para contactarse con Ruisa. A través de un diplomático que trabaja en el Congreso y tiene acceso directo a Rusia, el Gobierno se contactó con Kirill Dmitriev, director del Fondo Soberano Ruso que financia la vacuna Sputnik V. El propio Alberto habló con Dmitriev, que lo escuchó con atención.
Luego de unos días, el funcionario de Putin volvió a contactarse y propuso que el gobierno argentino enviara una comitiva de especialistas para constatar en persona los avances de la vacuna. En ese momento Alberto resolvió enviar a la viceministra de Salud, Carla Vizzotti, que se pasó dos semanas en la capital rusa.
Vizzottti es especialista en vacunas y fue la directora del Plan Nacional de Vacunación durante el gobierno de Cristina Kirchner, cuando el ministro de Salud era Juan Manzur, cercano a Sigman. En el interior de la coalición oficial las tensiones en torno a las vacunas no fueron ni son menores. Por su impacto político, social, pero también por el fabuloso negocio que representan.
La viceministra viajó con el «no», pero luego de dos semanas de supervisión le avisó a Alberto que el trabajo de los rusos era serio. «Me parece que tenemos vacuna», le dijo la funcionaria.
Cuando volvió al país con el sí, Alberto citó a Ginés a Olivos el sábado pasado, para encuadrarlo. La oposición de Ginés a la vacuna rusa era tal que las provincias de Buenos Aires y San Luis amenazaron con saltearse la ANMAT si el ministro seguía resistiendo su aplicación. Con la provincia de Buenos Aires, donde ocupa la cartera de Salud, Daniel Gollán, otro ex ministro de Cristina, la tensión por este tema escaló fuerte. De hecho, este martes el jefe de Gabinete bonaerense, Carlos Bianco, de extrema confianza de Kicillof, dio una conferencia de prensa en la que se encargó especialmente de defender la vacuna rusa.
Tras la charla del sábado en Olivos con el Presidente, el giro fue evidente. Ginés dijo en las última horas que «todavía no está terminado el acuerdo comercial, pero no hay ninguna duda de que lo vamos a hacer».
Cristina Kirchner, por su parte, se reunió el jueves con el embajador Feoktistov y la vacuna no era parte del temario, pero la vicepresidenta estaba al tanto de lo que había dejado el viaje de Vizzotti, que ese mismo día llegó al país. Por eso se llevó al embajador aparte para hablar a solas del tema. Es que ahora llegará otra parte complicada del asunto, que es la letra chica del contrato con Rusia.