La entrada de Argentina al bloque que conforman Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS) podría mitigar la enorme asimetría que enfrenta el Gobierno en el marco de la renegociación del acuerdo con el organismo internacional. Sin divisas y con la presión de cumplir a rajatabla las nuevas metas impuestas por Kristalina Georgieva que a todas luces resultan -y resultarán- inflacionarias, la noticia del ingreso a los BRICS podría generarle al ministro Massa algo de alivio y una especie de salvoconducto hasta fin de año.
Ring. Ring. Teléfono para el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Aunque se trata de un avance importante en materia de integración sur-sur global, deben entenderse dos cosas: por un lado, que no habrá impacto inmediato en materia financiera del lado de los BRICS, puesto que Argentina recién ingresaría en enero de 2024 y que los recursos del bloque demorarían en poder ser cursados a las arcas del Banco Central. Y en segunda instancia, que a pesar de los esfuerzos por capitalizar intercambios comerciales en otras monedas -yuanes, reales- a fin de que la Argentina pueda saltear sus restricciones en materia de dólares, la posibilidad de que nuestro país pueda sacar partido inmediato de esta noticia no dependerá tanto de la Argentina y los BRICS, como del comportamiento reactivo que puedan acusar los Estados Unidos -principal voto en el FMI- y el propio FMI.
Para que se entienda: en lo inmediato, dependerá de los Estados Unidos -y de su comprensión del mapa geopolítico- el grado de presión que quiera aplicar a la Argentina para que cumpla un acuerdo (incumplible y ruinoso) con el FMI. ¿Hasta dónde está dispuesto a “apretar” Estados Unidos y el FMI a la Argentina en pos de encorsetar con sus políticas económicas en un contexto donde el país ya habla con otros actores-prestamistas de última instancia?
Todos en contra, por supuesto
Si la vida es breve; el arte, largo; la ocasión, fugaz; la experiencia, engañosa y el juicio, difícil, entonces las oportunas gestiones del presidente del Brasil, Lula da Silva, para meter a la Argentina en el bloque, constituyen también la punta de lanza de una forma de entender los contrapesos de carácter global, pero también la política regional. ¿Cuánto favorece o perjudica la eventual llegada de Milei al poder, para la integración económica del Mercosur?
Es más. Hace algunas semanas, la titular del FMI, Georgieva, dijo que los países deben hacer más para evitar las costosas consecuencias de la creciente fragmentación del comercio mundial y ayudar a evitar una «segunda Guerra Fría», en referencia al crecimiento de los BRICS. Georgieva dijo que las instituciones multilaterales como el Banco Mundial y el FMI tienen “un papel importante que desempeñar para evitar que el mundo se divida en diferentes bloques con graves consecuencias económicas”. En rigor, un informe del FMI había anticipado “la creciente fragmentación comercial resultante de eventos como el Brexit, la guerra comercial entre Estados Unidos y China y la guerra entre Rusia y Ucrania”.
No por nada, los referentes de la oposición -tanto Bullrich como Milei- salieron en las últimas horas a rechazar la idea de una “Argentina dentro de los BRICS”, entendiendo que los Estados Unidos -y sus enormes brazos de influencia- podrían no estar de acuerdo con este movimiento, en su pulseada global con China y Rusia. Así se entiende también, la “buena predisposición” de Milei para acompañar los esfuerzos de Argentina en pos de mantener encendida la llama del acuerdo con el FMI a pesar de no cumplir con las metas. Dicho de otro modo: Milei (y Bullrich) prefieren que la Argentina mantenga lazo con el FMI, antes que renegociar el acuerdo en términos mucho más áridos y con la posibilidad de tener un “aliado” financiero como los BRICS sentado al lado, en el banquito de los deudores del Fondo.
Litio, por favor
Son muchos los factores económicos que podrán repasarse y que influyen, a favor, a la hora de analizar la decisión. Serían largas de enumerar. Pero hay un dato que puede ayudar a entender la película. Desde hace tiempo, se habla de que los países del G7 (Canadá, EEUU, Japón, Italia, Francia, Alemania y Reino Unido) cuentan por una tercera parte del PBI global. De la misma forma, los BRICS cuentan por otra tercera parte. Sin embargo, se omite algo fundamental: a medida que pasan los años, el G7 disminuye y los BRICS crecen en esta participación del PBI, ligada, también, al comercio internacional, aunque no excluyente.
Esto es así porque no sólo cuenta -y contará de ahora en adelante- la industrialización y el manejo de la ciencia, la investigación y desarrollo tecnológico, sino que, además, pareciera cada vez más importante, contar con recursos estratégicos, los minerales críticos -litio y cobre-, gas (combustible de la transición energética) y petróleo, entre muchos otros que hoy influyen de forma consistente en el desarrollo y el crecimiento económico. ¿Qué cantidad de recursos, de todos estos mencionados, tienen hoy los países de los BRICS y cuántos el G7? La respuesta a este interrogante contesta, por qué es relevante para la Argentina rodearse de otros actores igualmente protagónicos en esta instancia.