La primera medida con la que el demócrata pretende restaurar el derecho al asilo en EE UU puede beneficiar a 26.000 migrantes con procesos activos. La frontera sigue cerrada a nuevos casos
Un pequeño grupo de migrantes saluda tímidamente desde un enorme autobús que pone rumbo a la garita fronteriza de San Ysidro, en San Diego (California). Son los primeros que entran a Estados Unidos con casos activos en los Protocolos de Protección de Migrantes (MPP, por sus siglas en inglés), un programa implementado por Donald Trump por el que su país devolvió a México a más de 71.000 solicitantes de asilo, la mayoría centroamericanos, y con el que su sucesor, Joe Biden, prometió acabar en sus primeros días en la Casa Blanca.
Con la entrada de ese grupo a territorio estadounidense, el Gobierno de Biden comenzó el desmantelamiento del programa por el que EE UU enviaba a peligrosas ciudades del país vecino a quienes llegaban a su territorio en busca de protección. La medida puede beneficiar hasta a 26.000 personas que todavía tienen casos activos de MPP y que llevan meses esperando en albergues, campamentos de refugiados y casas particulares en el norte de México a que un juez estadounidense atienda sus solicitudes de asilo. La pandemia paralizó esos procesos y puso a los migrantes en un limbo.
La recepción de solicitantes de asilo en Estados Unidos se puso en marcha este fin de semana, coincidiendo con el primer mes de Biden en la Casa Blanca. El procesamiento comenzó el viernes en la ciudad mexicana de Tijuana (Baja California), el punto de la frontera donde se empezó a implementar los MPP en enero de 2019, y en los próximos días se extenderá a la frontera texana, a los puentes que unen Matamoros (Tamaulipas) con Brownsville y Ciudad Juárez (Chihuahua) con El Paso. Para ello, Washington implementó una plataforma operada en coordinación con el Gobierno mexicano y la asistencia de las agencias de Naciones Unidas encargadas de la atención a migrantes y refugiados, la ACNUR y la Organización Internacional para las migraciones (OIM).
“Hay una necesidad urgente de atender a las personas vulnerables que están en esta situación”, dijo un funcionario de Naciones Unidas en una llamada con los medios en la que explicó cómo funcionaría el proceso. El procedimiento contempla que los solicitantes de asilo rellenen un formulario online para solicitar el traslado a ciudades estadounidenses donde tienen familiares o amigos que los reciban y donde esperarán su cita ante una corte de inmigración. Los beneficiados serán convocados a la frontera 24 horas antes del día asignado para su cruce. Allí se les hará una prueba de antígenos para descartar que están contagiados de coronavirus. Si el resultado sale negativo, serán procesados por la Patrulla Fronteriza y liberados con la fecha de su próxima cita ante un juez. En caso de que algún migrante esté contagiado, se le trasladará a unas instalaciones donde podrá hacer cuarentena antes de cruzar la frontera.
En territorio estadounidense, los migrantes “serán procesados rápidamente y los traerán con nosotros, que los daremos conexión con sus familiares en los lugares donde continuarán sus procesos de inmigración”, explica Norma Pimentel, directora de Caridades Católicas en el Valle del Río Grande. En el albergue de su organización en McAllen (Texas) ya están preparados para recibir a los solicitantes de asilo. Como sucedía antes de que Trump implementara los MPP, les ofrecerán cama y comida y les ayudarán a comprar sus billetes de avión o autobús para que puedan viajar a otros puntos de Estados Unidos, donde sus familiares o amigos los esperan.
“Están muy contentos de que se abrió una puerta y que tienen esperanza de que posiblemente van a entrar a EE UU a continuar su proceso de asilo”, asegura Pimentel. La religiosa dice sentirse contenta después de haber visto sufrir a los solicitantes de asilo —muchos de ellos familias con niños pequeños— en el campamento de migrantes de Matamoros, un asentamiento al lado del Río Grande, donde en los últimos días, con la ola de frío, las temperaturas han caído por debajo de cero grados centígrados. “Las familias están sufriendo muchísimo. Pero sí existe esa esperanza de que hay oportunidad para que su caso sea escuchado correctamente y van a dejar de sufrir por lo menos en estas circunstancias tan inhumanas en las que están”, afirma.
Se espera que los solicitantes de asilo que viven en ese campamento sean de los primeros en cruzar a Estados Unidos por su situación de vulnerabilidad, uno de los criterios por los que se priorizarán los traslados. El tiempo que llevan esperando en México será otro de los factores que las agencias que implementan el programa tendrán en cuenta a la hora de convocar a los solicitantes de asilo, así como si padecen problemas de salud graves o han sido víctimas de crímenes o traumas fuertes, entre otras cosas.
“La frontera continúa cerrada”
La jornada en la que se comenzó a implementar el programa se vivió con confusión entre los migrantes que esperan del lado mexicano. En Tijuana, cientos de ellos se acercaron a los cruces fronterizos pese a las advertencias de las autoridades estadounidenses que les pedían no hacerlo si no tenían cita, mientras que en el campo de migrantes de Matamoros los solicitantes de asilo trataban de entrar desde sus móviles en la plataforma habilitada por el Gobierno sin éxito porque la web se saturó. “La gente está muy confundida porque no entiende dónde se supone que tenemos que apuntarnos”, dijo a EL PAÍS Josué Cornejo, un migrante hondureño que lleva esperando en ese asentamiento desde julio de 2019 con su mujer y sus tres hijos de entre 7 y 14 años.
Los organismos de Naciones Unidas insisten en pedirle paciencia a los migrantes y aseguran que todos los que tienen casos activos en los MPP, incluso a los que se les negó el asilo y tienen una apelación pendiente, podrán cruzar a EE UU. Esta medida es la primera con la que el Gobierno de Biden pretende restablecer el derecho de asilo en el país, que fue cercenado por Trump a través de una serie de acciones ejecutivas, órdenes administrativas y acuerdos con terceros países.
Sin embargo, la frontera sur sigue cerrada a nuevas solicitudes por el título 42, que Donald Trump invocó por la pandemia de coronavirus. “No venga ahorita”, pide Édgar Ramírez, de la embajada estadounidense en México en un mensaje distribuido en las redes sociales consulares. “Con el fin de asegurar un trámite seguro, ordenado y humano, únicamente aceptaremos a migrantes con casos MPP activos que hayan seguido el proceso oficial. No se le permitirá ingresar a Estados Unidos de ninguna otra manera. La frontera continúa cerrada y seguimos aplicando nuestras leyes de inmigración”.
Además, el nuevo Gobierno insiste en lanzar el mensaje a los centroamericanos de que ahora no es el momento para migrar. Aunque el presidente “está comprometido con una reforma migratoria a largo plazo”, tomará tiempo, advierte el equipo de Biden en sus comunicados. Esta semana, los demócratas en el Congreso presentaron el ambicioso plan del presidente por el que busca legalizar a los 11 millones de indocumentados que se estima que había en el país hasta enero de este año. El proyecto necesitaría al menos el voto de diez senadores republicanos para ser aprobado, un objetivo difícil en un tema como la inmigración que ha polarizado al país tras la presidencia de Trump.
Más allá de las posibilidades de esa reforma, para quienes trabajan con los migrantes en la frontera, el envío de los afectados por los Protocolos de Protección de Migrantes a EE UU es un buen primer paso, pero no es suficiente para deshacer las políticas migratorias de los cuatro años del Gobierno del republicano. “¿Cómo va a ir restaurando EE UU la figura del asilo?”, se pregunta desde Tijuana Soraya Vázquez, abogada de la organización no gubernamental Al Otro Lado. “Tiene que ir generando condiciones para que todo el mundo pueda ir ingresando. Si se los otorga el asilo o no, es otra cosa, pero el derecho a poder solicitarlo lo tienen que garantizar y eso es lo que han dicho que van a hacer. Eso tendrían que estar pensando”.
Fuente El País