09-11-20 Antes de comenzar su «Caravana del retorno» el expresidente de Bolivia visitó a la dirigente social detenida desde hace casi cinco años. «Gracias por su lucha. Con ustedes volvimos a nacer como pueblo originario», le dijo Sala.
Evo Morales partió rumbo a su «caravana del Retorno»: una manifestación popular que lo seguirá desde La Quiaca, donde al cierre de esta edición iba a cenar con el presidente Alberto Fernández, hasta Chimoré, la ciudad de la que exactamente un año atrás partió, con su vida en peligro. Inicialmente iba a llegar directo a La Quiaca, pero decidió un cambio de agenda: fue primero a San Salvador de Jujuy, a encontrarse con Milagro Sala. «Comparto la lucha de Milagro. Tarde o temprano llega la justicia, estamos contigo. Mucha fuerza, hermana Milagro«, marcó con claridad el dirigente boliviano.
«Gracias por su lucha. Con ustedes volvimos a nacer como pueblo originario. Ustedes le devolvieron la dignidad al pueblo, que supo responder y lo hizo en las urnas», destacó sobre el proceso boliviano la líder de la Tupac Amaru, tomando la mano del expresidente, en el jardín de su casa, visiblemente emocionada. Fue cuando por fin tuvieron un momento para conversar, entre el enjambre de cámaras y la pequeña multitud de todas las edades que copó la casa de Milagro y fue a vivar a Evo.
«Lo más importante es la unidad del pueblo, en base al movimiento indígena, los trabajadores, superando los problemas internos. Y nunca claudicar en nuestra ideología. Esos fueron los secretos para volver», destacó Morales. Al otro lado de Milagro se sentó, en otra silla de jardín, Álvaro García Linera, y a pesar de que la agenda no permitía extender la visita, hasta hubo tiempo para las bromas: «Gracias por venir, hoy estoy rodeada del indio y el gringo», lanzó Milagro. «El toro negro y el toro blanco«, completó Morales.
«Queremos justicia por vos, Evo. Y te pido disculpas como latinoamericana, como coya y como jujeña«, le dijo Milagro a Evo, recordando el golpe en Bolivia y el modo en que Gerardo Morales retaceó ayuda desde la vecina Jujuy.
«Desde Jujuy vamos a estar al lado de ustedes. Queremos estar al lado de ustedes», continuó. «Evo formó conciencia en los hermanos bolivianos y eso produjo el regreso a la presidencia. Nosotros venimos estudiando lo que hizo Evo en Bolivia. Hay una similitud entre Bolivia y Jujuy», analizó.
Luego de unos minutos de charla en el jardín de la casa, y antes de despedirse, Sala le obsequió a Morales varios ejemplares de los libros de su organización y una artesanía creada para él. «Esta visita significa mucho para mí», afirmó la dirigente y volvió a agradecerle por su coraje y valentía. «La intervención de Bolivia significó mucha tristeza e indignación. El ejemplo de ustedes fue muy fuerte porque nos dignificaron, nos devolvieron la esperanza», añadió.
Luego del encuentro, la fiesta siguió en la casa de Milagro. La dirigente posó para las fotos con sus nietos Amaro y Catriel, invitó a tomar api con buñuelos en el jardín, se la veía feliz. En medio del bullicio, su compañero Raúl Noro permanecía pensativo, sentado a un costado. «Creo que ni nosotros mismos tomamos dimensión todavía de lo que significa este espaldarazo a nivel internacional», le dijo a Página/12, con una calma que contrastaba con los cantos entusiastas de fondo.
Morales había llegado al aeropuerto de San Salvador acompañado por el exvicepresidente García Linera, el exembajador boliviano en la ONU Sacha Llorenti, el ministro de Cultura Tristán Bauer y Daniel Catalano, secretario general de ATE Capital. Lo recibieron algunos exfuncionarios de su gobierno exiliados en Argentina, que están regresando a su tierra en la caravana (ver aparte). También una integrante de la comunidad boliviana en Jujuy «22 de enero», Meleana Huanca Limach.
A finalizar la reunión con Milagro en el barrio de Cuyaya, Evo partió rumbo a La Quiaca. Allí se pondrá al frente de una caravana de dos días que marchará desde la ciudad de Villazón –frente a La Quiaca– hasta la localidad de Chimoré, a la que llegará el miércoles 11, a un año exacto de su partida al exilio. Recorrerá más de 1100 kilómetros y tres estados bolivianos.
Más allá de los actos programados (el primero será en la plaza de Villazón) el trayecto seguramente no será directo. Se puede prever que ocurrirá a lo largo de la ruta lo que pasó en Tilcara: paró a saludar a la gente que lo esperaba con banderas argentinas y bolivianas, wiphalas, sikuris. Y tuvo otro gesto: Invitó a subir a la combi para charlar con él a Titina Vega, una boliviana radicada en Argentina de 72 años que, en pleno aislamiento, se las ingenió para ayudar a pasar papeles vitales para los refugiados bolivianos.
Titina y su marido son «peronistas de toda la vida», cuenta que su marido estuvo desaparecido, que también ellos fueron perseguidos. Habla de sus tiempos en el magisterio, de todo lo que hacían en el pueblo, de todo lo que resta hacer. Dice que a Evo lo aman, como también amaron a Perón. Y repone, en el relato sencillo de una mujer de pueblo, pasado, presente y futuro, la historia de un continente y de sus líderes populares.
El retorno
Junto a la «caravana del regreso» para la que ya hay 160 vehículos anotados, solo para cruzar desde el lado argentino (se calcula que en tierra boliviana se sumarán varios cientos), están regresando a su país los bolivianos exiliados el último año en la Argentina. Son 145 ciudadanos bolivianos, entre ellos 17 exfuncionarios. La cuenta la lleva el viceconsul boliviano en Salta, Mauricio Espinoza Linares, uno de los que trabajó contra reloj para resolver todos los trámites de sus compatriotas, entre migraciones, AFIP y otras cuestiones.
Espinoza cuenta que, por ejemplo, el gobierno de facto de Bolivia no le renovó sus credenciales, con diferentes excusas («hay que investigar al masista ese«). «Si yo he sufrido lo que he sufrido estando adentro, no quiero imaginar las que pasaron mis hermanos», dice sobre su apuro por garantizar que nada empañe la felicidad del regreso. Considera que la suya es «una obligación de acción».
También se han puesto en acción, durante este último año, gran cantidad de jujeños que ayudaron a estos exiliados a llegar, conseguir sus papeles, seguir hacia Buenos Aires, organizar sus vidas. Como «La Yaleña» (así se llama el programa que tiene en La Vuelta Radio, ex radio de la Tupac), que recibe a una delegación de bolivianos con un generoso almuerzo en su casa de Yala, cerca de San Salvador.
«Verlos llorar, destruidos, sin saber cómo iban a seguir, un año atrás, y tenerlos ahora con esta felicidad, era impensable», comenta. Aqui siguieron por televisión la asunción de Luis Arce, lloraron como él, cantaron el himno juntos, «sahumaron» augurando que lleguen de vuelta enteros. Y se sumaron a la visita a Milagro Sala, a la que varios ya conocían, y por la que siguen pidiendo libertad.
Fuente : Página12