João Fonseca, la nueva estrella del tenis y con “el cielo como límite”
Sí, es verdad. Ha nacido una estrella. João Fonseca, brasileño, de 18 años, cinco meses y 26 días, llegó al circuito grande del tenis para sacudirlo con frescura y personalidad, con escopetazos desde su 1,85 metro y un amplio abanico de recursos. De Río de Janeiro, primer campeón sudamericano de las Next Gen ATP Finals en Yedá en diciembre pasado, pisó el polvo de ladrillo de Buenos Aires cargando con una importante presión que no le hizo ni cosquillas. En su primera final de ATP, no le temblaron las piernas y derrumbó a un top 30 del mundo como Francisco Cerúndolo (6-4 y 7-6 [7-1], en 1h45m), encumbrándose como el ganador del torneo porteño más joven de la historia y el de ranking más bajo: 99°, superando la marca del chileno Nicolás Massú, que era 90° en el torneo de 2002.
“Cada uno escribe su propia historia. ¿Mi límite? El cielo es el límite…”, afirmó, con la madurez que todavía no muestra su documento de identidad, soportando las comparaciones con Gustavo Kuerten y después de derrumbarse sobre el polvo de ladrillo del court más emblemático de la Argentina al lograr el título. Guga, precisamente, había sido el único campeón de Brasil en el ATP porteño, en 2001, la primera edición. Pero Fonseca, que será top 70 este lunes, cuando se actualice el ranking, parece haber llegado para reescribir grandes capítulos. Hace un montón de cosas juntas: de drive le pega cómodo y adelante a la pelota cuando la esfera amarilla está en el punto máximo de altura; tiene un revés fulminante y una terminación variada del saque, además de una potencia natural extraordinaria. En Buenos Aires, además, dejó en el camino a cuatro argentinos: a Tomás Etcheverry, Federico Coria, Mariano Navone y Cerúndolo, como para alimentar la clásica rivalidad, pero también para demostrar que puede imponerse ante un público en contra.
Ambos finalistas llegaron a la última batalla con altos porcentajes de primeros servicios y valiosa efectividad de break points salvados (61% en el caso del carioca, 88% para el porteño). Sin embargo, todavía tensos, se rompieron el saque en los dos primeros games del partido: Fonseca, inicialmente, a puro escopetazo de drive; Cerúndolo, de inmediato, con coraje. Desde entonces, empezaron a llevarse al límite, siempre dominantes con la derecha. Fonseca tuvo una nueva chance de quiebre en el séptimo game, con el score 3-3, pero esta vez su derecha se quedó en la red. Voraz, siguió insistiendo, generó una nueva oportunidad y, ahora sí, logró otro rompimiento: Cerúndolo impactó mal una derecha que se desvió en la red y se fue. El público brasileño, que pobló el Buenos Aires Lawn Tennis, enloqueció.
“¡Y pegue, y pegue, y pegue Cisco pegue!”, empezó a gritar el público argentino, tratando de levantarle la confianza a Francisco. Pero Fonseca, lejos de intimidarse, continuó repartiendo puñetazos cual si fuera un peso pesado arriba del ring. En una tarde sofocante, con más de 32° grados de sensación térmica, al brasileño se le presentó la posibilidad de cerrar el primer set con su sólido saque: empezó el juego algo titubeante, Cerúndolo acertó con varias derechas cruzadas y profundas inalcanzables, pero João se plantó rápido y, después de 44 minutos de juego, firmó el parcial con un ace (6-4).
Algo desanimado y aturdido, Cerúndolo (aspiraba a ser el séptimo campeón argentino del torneo) inició el segundo set con su saque y, muy rápido, Fonseca generó una chance de quiebre que, de concretarla, hubiera representado un gancho al hígado. Pero Francisco se serenó, halló un poco de lucidez y empezó a dañar a su rival con derechazos invertidos (1-0). Desde entonces, con más empuje que con claridad estratégica, Cerúndolo presionó más y llevó a Fonseca a tener que tomar mayores riesgos. Lo impactante, en ese contexto espinoso, es que Fonseca no se acobardó: halló soluciones todo el tiempo, incluso saliendo de su zona de confort y sorprendiendo con drop-shots.

Forzado y con poco margen de error, Cerúndolo (entrenado por Nicolás Pastor y con el uruguayo Pablo Cuevas en el equipo desde hace poco tiempo) se mostró apremiado, encadenó errores no forzados y cedió el servicio. Fonseca, levantando el puño hacia los hinchas con camiseta de Brasil, sirvió 3-2; como si fuera agua en el desierto, Cerúndolo tuvo una chance de quiebre como para volver a la pulseada del partido, pero el nuevo niño maravilla fue valiente y se escapó haciendo saque y red. Sacó con ventaja y Cerúndolo respondió con un revés que se fue ancho (4-2). El canto de “¡Fonseeeca! ¡Fonseeeca” se derramó en la Catedral del tenis argentino. Cada uno sostuvo su saque en los dos games siguientes.
El público argentino entendió que era ahora o nunca y empezó a gritar, cruzando los límites; al umpire, el español Nacho Forcadell, se le complicó para contener los gritos. Fonseca sacó para partido y campeonato, el público presionó, el brasileño estuvo 0-30, ganó los dos puntos siguientes (30-30), pero un mal pique lo descolocó para que el tenista local tuviera una chance de quiebre (30-40), algo que ahora sí consiguió (5-5).
«La pelota de él viene muy fuerte de los dos lados, te hace correr mucho. Casi no tiene huecos y le pega muy finito tanto de drive como de revés. Tiene muy buenos impactos. Maneja todas las direcciones, los tiros paralelos, los cruzados… como que nunca sabés adónde juega. Tiene muchas opciones en cada tiro»