Javier Milei asumió el 10 de diciembre y entre el 11 y el 15 la Universidad Torcuato Di Tella, realizó junto Poliarquía Consultores su tradicional encuesta, base del Índice de Confianza en el Gobierno de la UTDT.
Estadísticas.
Como cualquier encuesta, esta no es más que una foto más o menos correctamente enfocada sobre la realidad que, como muchas buenas lecturas, conviene arrancar a analizarlas por el final, si es que queremos entender de que hablamos.
¿Significa esto que el trabajo de la Di Tella refleja fielmente el pensar de la sociedad argentina? De manera estricta debería decir que no (los márgenes son demasiado amplios) … pero no hay dudas que es la mejor medición que tenemos sobre la confianza de los argentinos.
A esto debemos agregar que la gente del Centro de Investigación en Finanzas ha optado siempre -algunas veces más y otras aún más- por el camino de la “sana” prudencia en el fraseado de sus informes, por lo que merecen ser leído, bien entre líneas.
Así vemos como en el último comunicado descollan que “Comparando períodos de inicio de mandatos, el ICG actual presenta mayores niveles de estabilidad en el intervalo entre diciembre y abril”, algo cuyas implicancias son difíciles de comprender, pero sin dudas para ellos, importantísimo. Comedida también sería la decisión de excluir de sus gráficos las columnas de diciembre, que agravarían la percepción de la desmejora y quien sabe, sino también, el ánimo del gobierno que se mantuvo inusualmente callado frente a este informe.
La foto
Mas allá de la calidad puntual de cualquier encuesta, o hasta qué punto realmente refleja el sentir de la gente, bajo ciertas condiciones -periodicidad, coherencia, honradez, etc.- la suma nos permite armar una “película” para analizar como está evolucionando la sociedad.
Según la última medición en la Confianza del Gobierno de la UTDT y Poliarquía (a la que nadie puede acusar de opositora al gobierno) el Índice bajó el mes pasado a 2.45 puntos sobre 5 posibles, 4.4% abajo de los 2.56 de marzo, con mermas en cuatro de sus cinco componentes: Evaluación General del Gobierno, -13.6%; Preocupación por el Interés General, -8.9%; Capacidad para resolver los problemas del país, -4.9%; Eficiencia en la administración del gasto público, -3.5%; y solo la percepción en la “Honestidad de los funcionarios” mostrando un incremento de 8.1%.
Esto es lo que básicamente resaltaron los medios y los analistas -haciendo hincapié en uno u otro factor, según su cercanía o alejamiento al gobierno-, lo que “per se” no nos dice mucho.
La película
Desde que asumió, Milei acumula 4 mermas consecutivas del ICG con un descenso de 0.41 pts. en la confianza. Esto no es ni mucho ni poco (la media en las seguidillas de 4 mermas es de 0.45 pts.) y con tres seguidillas de cinco meses consecutivos en baja y dos de seis desde 2001, aún más allá del efecto de la nueva baja de la inflación y del avance del paquete de leyes en Congreso, bien podría haber una mejora en mayo… o no.
Uno de los aspectos más interesante del trabajo de los de “la Di Tella”, pasa por la desagregación que hacen, por Género, Edad, Zona Geográfica, Nivel de Instrucción, Victimas de delitos y Perspectivas Económicas.
Así vemos que entre la medición de diciembre y la febrero la mayor caída de la confianza en el gobierno se dio entre los jóvenes de 18 a 29 años (0.94 pts.), aquellos con un nivel de instrucción primario (-0.92 pts.), los que fueron alguna vez victimas del delito (-0.64 pts.), que esperaban que la situación económica empeorase (-0.59 pts.), vivan en CABA (-0.47 pts.) y las mujeres (-0.44 pts).
Estos perfiles corresponden a jóvenes de clase baja, los opositores al gobierno y las mujeres. A grandes rasgos podemos decir que, en los tres primeros meses de la actual administración, los más desilusionados con ella -quienes más redujeron su confianza en el gobierno- integraban el núcleo de los votantes de Javier Milei. Esto bien podría haber sido un proceso natural de “descreme” del “tuétano blando” de La Libertad Avanza, al que se suma la oposición.
En marzo, algo cambió. Si bien de manera menos virulenta, en los últimos tres meses quienes más se desencantaron fueron aquellos que mantenían un posición neutra respecto a la evolución de la economía (Econo-escépticos; -0.86 pts.), de edad intermedia (30 a 49 años; -0.39 pts.), que viven en el interior del país (-0.32%), con estudios universitarios (-0.29 pts.), mujeres (-0.24 pts.) y que no fueron víctimas de la violencia (-0.11 pts.).
Un perfil diametralmente opuesto a lo que vemos para los tres primeros meses. Si en un principio se trató de la clase baja, ahora hablamos de personas algo más grandes, con estudios terciarios, políticamente independientes, muchos de ellos “provincianos”, esto es la clase media y alta.
La explicación es casi obvia. A pesar de las promesas que el “ajuste lo pagaría la casta”, al menos por ahora mucho a caído sobre la espalda de aquellos que venden dólares para subsistir, están afiliados a una prepaga, envían sus hijos a colegios particulares, sufren el mayor incremento de las tarifas, etc.: la clase media y alta que no integra el núcleo de los libertarios .
Consciente de esto y sus consecuencias -los medios tienden a seguir a las clases medias y altas, lo que muchas veces derrama sobre el resto de la sociedad-, en los últimos días el gobierno habría dado un giro ideológico y mediático, para no alienarlos más.
A pesar de la caída en la Confianza que despierta el Gobierno, la Confianza de los Consumidores viene creciendo ligeramente y la imagen de Javier Milei se mantiene en niveles más que satisfactorios. Esto puede tener que ver con el “horror al kirchnerismo”, que fue la clave en el triunfo del oficialismo, y la ilusión –¿wishful thinking?– que el futuro puede ser mejor aún son los elementos dominantes en la sociedad.
El problema (o lo bueno) es que esto no durará para siempre pero, al decir de Lady Gaga: “La confianza es como un espejo, una vez que se rompe, podés arreglarlo, pero siempre verás las rajaduras” (Telephone Video, 2010).