Estética.
La belleza masculina está ganando terreno y borrando estereotipos, con un número creciente de hombres que buscan aumentar la confianza en su imagen personal: desde el auge de la cultura fitness hasta las rutinas de skincare y visitas al consultorio de dermatología y medicina estética.
“Yo particularmente tengo muchos pacientes varones, y permanece aún este mito de que la estética es para mujeres. Sin embargo, me atrevería a decir que nosotros nos cuidamos con la misma intensidad y con el mismo deseo de verse bien que el sexo femenino”, asegura Matheus Fonseca, médico especialista en medicina estética (MN: 169.249) y fundador de la Clínica Fonseca.
Asegura que en sus tres centros, ubicados en Ciudad de Buenos Aires, Rosario y Comodoro Rivadavia, se pueden encontrar pacientes sin límite de edad.
De acuerdo con Fonseca, la particularidad de los pacientes masculinos es que, antes de pedir un procedimiento, siempre solicitan asesoramiento y llegan a la clínica con un “trabajo de investigación” previo: “Le cuesta más ir, pero, cuando se acerca, se acerca decidido”.
Dentro de las molestias más frecuentes se encuentran las arrugas de expresión que se forman en el tercio superior del rostro, como el entrecejo y las arrugas perioculares (conocidas como “patas de gallo”). Le sigue en segundo lugar el deseo de modelar la nariz.
Por último, el “top tres” se completa con los procedimientos estéticos en el tercio inferior, es decir, mandíbula y mentón. Para el médico especialista la tendencia hoy se orienta a rostros cuadrados y ángulos marcados: “Sin embargo, no siempre lo tendencioso se puede adaptar a todos los rostros; hay límites y parámetros a seguir”.
“En realidad el tercio inferior del rostro es compensatorio, hay distancias que respetar para ampliar y mejorar la zona. El tercio inferior tiene que coincidir no solo con el tercio medio del rostro, sino también con el cuerpo del paciente”, agrega.
Para Fonseca, en el caso de las mujeres, las demandas son principalmente cuatro: paliar el envejecimiento en el tercio superior, agregar volumen en los labios, modelar la nariz con la bioplastia nasal (sin cirugía) y dar más ángulo a los pómulos (o tercio medio). Hoy la tendencia es el top model look representado por celebridades como Bella Hadid.
Se pueden mencionar también el levantamiento de la “cola” de la ceja, muy utilizada en los pacientes jóvenes, y el aumento de volumen del mentón: “Muchas veces es una cuestión estructural por una retrognatia, que es como un ‘defecto’ genético que hace que el mentón sea más chico de lo que debería”.
Las demandas mencionadas se logran a través de procedimientos inyectables, es decir, tratamientos sin cirugías: se usa ácido hialurónico, bioestimuladores, toxina botulínica (mal llamada “Botox”, el nombre de una de las marcas utilizadas) y, cuando es necesario, hilos de tracción.
Si en vez de realizar los procedimientos de forma aislada se genera un tratamiento global en todo el rostro, se habla de “reestructuración facial global”. Los objetivos principales pueden ser cuatro: rejuvenecer, embellecer, masculinizar o feminizar los rostros.
Básicamente se analiza el rostro de cada paciente y se eleva todo lo que se fue “cayendo” con los años: “El envejecimiento es hacia abajo y hacia atrás, a favor de la gravedad. Lo que yo trato de hacer es devolver la posición de los tejidos del rostro a su posición original. Dentro de este camino, podemos hacer algo que se llama refinamiento, en el cual yo voy a destacar características que favorecen al rostro y tratar de ocultar aquellas que desfavorecen”, explica Fonseca.
La belleza a la que apunta el especialista no va en la línea de las modas, sino de lo que es “anatómicamente proporcional”. Es decir, no es posible ir al centro de estética con una foto de una celebridad y pedir resultados similares.
Esta confusión se genera, de acuerdo con Fonseca, por la moda instalada en redes sociales de publicar fotos de antes y después de pacientes considerados “modelo a seguir, o ideales”: el problema es que el profesionalismo no termina de demostrarse en estos posteos.
“El profesional tiene que ser más cuidadoso y responsable con los casos que elige para no crear falsas expectativas o generar la idea de que existe un patrón de belleza único”, explica.
Las “señales de advertencia” en un médico
De acuerdo con Fonseca, son cuatro las “red flags” o alertas que permiten diferenciar a un buen profesional de la medicina estética de otro potencialmente peligroso.
“Cuando se dan indicaciones virtualmente y se accede a consultas y procedimientos sin una evaluación previa y sin un primer contacto con el paciente, ¿a vos te da confianza? Punto número uno, entonces”, explica el especialista.
La primera conversación tiene que ser cara a cara, no solo para que el médico conozca la biología de su paciente, sino también su “psicología”: la consulta es una negociación entre paciente y profesional, entre lo que el primero desea, lo que necesita, y lo que realmente se puede lograr.
“Hay cosas a las cuales accedo y cosas a las que no. Entonces también en esto para mí se destaca muchísimo el profesional que sabe decir que no en el momento que corresponde. Si yo voy a un médico y a todo lo que yo planteo me dice que sí, es una red flag”, desarrolla, como segundo punto a tener en cuenta.
Además, sugiere chequear el currículum y la formación académica del profesional, así como su participación en eventos científicos. “Pero me refiero a una participación en serio, no ir a sacarse fotos”, advierte. En su caso también es coordinador del Posgrado Trienal Avanzado de Medicina Estética y director de su programa de formación en “Armonización facial global” y “Bioplastia nasal y labial”.
Al mismo tiempo es speaker de laboratorios y empresas de tecnología médica como ALLERGAN Aesthetics, Galderma y BTL, entre otras, y ha participado como disertante en los congresos internacionales IMCAS y AMWC.
Hoy sigue estudiando en la UBA en Dermatología junto a la Asociación Argentina de Dermatología (AAD), de la cual es miembro, y forma parte de un programa Train The Trainers, es decir, médicos que entrenan a otros profesionales para ser futuros formadores.
No menos importantes que su currículum son los productos que utiliza. De acuerdo con el especialista en procedimientos inyectables, siempre hay que asegurarse que los productos que se utilizan son los prometidos y estos deben abrirse frente al paciente.
“Incluso los mejores productos en las mejores manos también tienen complicaciones. Lo grave de las complicaciones no es que existan, lo grave es no saber resolverlas. Si vos lo sabés resolver es una complicación más que se trata, tener una complicación y no saber ni siquiera de qué se trata, eso sí es grave”, agrega.
Por último, advierte que es clave no olvidar “la calidad y el aspecto general” de la piel a la hora de pensar en un procedimiento en el rostro: la estética es un “estilo de vida”.