El aeródromo Maquehue está en el corazón de la Araucanía chilena y en los últimos días se convirtió en el símbolo de la tensión entre el mundo mapuche
SANTIAGO, Chile. Las autoridades y los organizadores de la Misa por el Progreso de los Pueblos que oficiará en ese lugar el papa Francisco el próximo 17 de enero, su tercer día en Chile.
En esa liturgia habrá 300 sacerdotes, 20 seminaristas, un coro con 122 músicos y 23 representantes de comunidades indígenas que subirán al altar. Hay, sin embargo, un número importante de mapuches que no está de acuerdo con la visita del jefe de la Iglesia Católica.
Una de las protestas de rechazo más ruidosas se produjo anteayer, en la sede de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi) de la ciudad de Temuco, que está a tres kilómetros de Maquehue y a unos 200 kilómetros de Neuquén. Más de 50 comuneros tomaron ese día el edificio donde opera la Conadi. Estuvieron ahí tres horas, mostraron lienzos, gritaron consignas y consiguieron una reunión formal, que será mañana. Los manifestantes viven en la zona de Maquehue (Makewe en mapudungun), donde además funciona una base de la fuerza aérea de Chile. Contaron que nadie les pidió permiso para realizar la ceremonia papal y que no entienden cómo un hombre de paz aceptó ir a un territorio en conflicto.
Uno de los voceros del grupo, Rolando Jaramillo, dijo a radio Kurruf que la visita del Papa «fue la gota que rebalsó el vaso». Explicó que alrededor de la base aérea y del lugar donde será la misa de Francisco, hay más de 7000 hectáreas que las comunidades mapuches reclaman como usurpadas. Por eso, Jaramillo anunció que mantendrán las movilizaciones hasta lograr la restitución de las tierras. «Se viene a meter el dedo en la llaga en un territorio donde no ha habido justicia», contó y aseguró que hay comunidades que llevan más de diez años peleando formalmente porque se reconozca la «usurpación y genocidio que hubo en ese espacio».
Aucan Huilcaman, vocero del Consejo de Todas las Tierras, organización de los mapuches en la Araucanía, dijo a LA NACION que «el asunto es mucho más complejo que la situación del aeródromo».
«El Papa es un vecino ilustrado, de origen argentino, que viene a visitar territorio mapuche. Él sabe muy bien cómo fue la conquista en Neuquén, Río Negro, Chubut y la pacificación de la Araucanía. El 16 de enero tendremos una conferencia, una reunión a la que viene una gran delegación de mapuches argentinos, para fijar una posición y hacerle llegar un mensaje», señaló. Ese mensaje, comentó Huilcaman, «es que aquí se cometió el crimen de genocidio de parte del Estado chileno y argentino, y se ocupó y confiscó territorio mapuche».
«A partir de ahí, con seguridad el Papa va a pedir perdón, pero no queremos que repita el perdón de Juan Pablo II ni el perdón sin efectos de Michelle Bachelet, sino uno orientado a indemnizar y resarcir a las víctimas de la ocupación del territorio mapuche», agregó.
Según Huilcaman, en la base aérea de Maquehue además «se torturó y hubo detenidos desaparecidos de la dictadura militar» de Augusto Pinochet. «Si Dios existe, debiera sanar esas heridas, pero no con un perdón simbólico», dijo y agregó que discutirán el caso del santo argentino y mapuche Ceferino Namuncurá, a quien lo considera «responsable del acto de secuestro y tortura» de chicos mapuches. «Queremos demandar al Vaticano por actos de secuestro y crímenes de lesa humanidad», alertó.
Sin embargo, y a pesar de que Aucan denuncia que la Araucanía se está militarizando con el ingreso de más de 3000 policías, uso de drones y de alambrado electrificado en Maquehue, llamó al Papa a «no tenerles miedo a los mapuches».
El presbítero Patricio Trujillo, encargado de la liturgia en Temuco, dijo que no hay preocupación en la Iglesia. «Estamos tranquilos, conocemos la región y el pueblo mapuche es un pueblo de paz, encuentro y comunión», comentó. Pero el presidente de la Asociación de Alcaldes Mapuches, Juan Carlos Reinao, cree que la tensión irá creciendo y llamó a la organización de Francisco en Chile a buscar una reunión entre el Papa y las comunidades.
A Jorge Bergoglio no sólo lo esperan protestas mapuches. En Iquique, el último día de su visita, activistas bolivianos anunciaron que protestarán por la salida al mar y en Santiago, el primer día de visita, el movimiento de laicos de Osorno hará una vigilia para visibilizar el problema de los abusos sexuales en la Iglesia Católica. Puntualmente, se manifestarán contra la designación -hace cuatro años- del obispo de esa ciudad, Juan Barros, a quien acusan de haber encubierto los abusos sexuales de Fernando Karadima, un cura chileno suspendido de por vida por el Vaticano.
Juan Carlos Claret, vocero del movimiento, anunció que además protestarán durante los trayectos de Francisco en Chile y dijo a LA NACION que eligieron ese camino «porque en ese escenario, sumado a la indiferencia de la Conferencia Episcopal de Chile y a los cerrones de puerta del gobierno, de la iglesia en Chile y en Roma», no les queda «otra oportunidad y forma para que nuestra realidad sea mostrada».
El papa, con parejas de recién casados
Durante su última audiencia general del año en el Vaticano, el Papa saludó a parejas de recién casados en la sala Pablo VI. Al término de la audiencia se presentó un grupo circense, que brindó un espectáculo frente a Francisco. Antes, el Papa dijo que en la actualidad se vive una «distorsión de la Navidad» que margina la fe, algo que no debe perderse de vista en estas fechas. «En nuestros tiempos, especialmente en Europa, asistimos a una especie de distorsión de la Navidad: en nombre de un falso respeto de quien no es cristiano, que a menudo esconde la intención de marginar la fe, se elimina de la fiesta toda referencia al nacimiento de Jesús. Y, en realidad, este acontecimiento es la única y verdadera Navidad. Sin Jesús no hay Navidad», señaló. Al continuar con su discurso centrado en la Navidad, afirmó que Jesús trae la «verdadera luz» y es «el regalo de Dios para la humanidad».