Elecciones 2023.
Sergio Massa tiene previsto aterrizar el sábado en Santiago del Estero, casi a la par de Patricia Bullrich. El jueves pasado, el candidato presidencial de Unión por la Patria hizo un alto en su campaña para ensayar con su equipo. También la postulante de Juntos por el Cambio ejercitó ese mismo día durante cuatro horas con varios de sus principales asesores que desde hace algunas semanas, como los estrategas del ministro de Economía, juntan material para el primero de los dos debates presidenciales del próximo domingo en el centro de convenciones de la capital santiagueña.
En el caso de Javier Milei, desde su entorno aseguraron que el economista de La Libertad Avanza no tuvo todavía demasiados preparativos. Tratan de no darle demasiada importancia, amparados en la moda libertaria que sacudió al sistema político con el batacazo de las PASO. “No es un candidato tradicional”, explican cerca del candidato. Los equipos técnicos, liderados por su hermana Karina, lo nutrieron hasta ahora de la información vinculada a los tópicos de los debates. Es decir, educación, economía y derechos humanos y convivencia democrática para el caso de Santiago del Estero; seguridad, trabajo y producción y desarrollo humano, vivienda y protección del ambiente para la ciudad de Buenos Aires.
Este lunes, en declaraciones radiales, el economista volvió a ratificar que, como Massa, sigue en la línea de polarizar con el ministro de Economía, una estrategia que la candidata de Juntos por el Cambio apunta a quebrar con un plan a dos bandas. “Iremos al balotaje con Massa”, vaticinó el libertario.
Los estrategas de Bullrich tienen, por el contrario, una creciente expectativa en la previa del primer debate. “Patricia está a full con eso”, resaltó uno de sus colaboradores. La ex presidenta del PRO prevé confrontar, por igual, con Massa y con Milei: un anticipo de esa estrategia fue revelada por Luis Petri en los estudios de “A dos voces”, la semana pasada, en el mano a mano con los otros postulantes a la vicepresidencia, una performance que no dejó demasiado conformes a sus asesores.
En el entorno de la ex ministra recuperaron algo de optimismo en las últimas semanas: saben que la candidata corre de atrás, pero creen que Milei se estancó y que la distancia con Massa se achicó. En ese contexto, en el equipo de campaña de Bullrich están convencidos de que la elección del 22 de octubre se definirá en un escenario de tercios y que, en ese plano, las citas del próximo fin de semana y del domingo 8 tienen particular valor. La ex ministra contrató un estudio y algunos de sus asesores -Hernán Lombardi, por ejemplo- actuarían como sus contrincantes a modo de ensayo.
Algo similar prepararon los estrategas de Massa, con Antoni Gutiérrez-Rubi a la cabeza, aunque el ministro-candidato tiene mayor experiencia que el resto: en nueve de las últimas once elecciones fue candidato, y ya debatió en el 2015 frente a Mauricio Macri y otros postulantes, en la previa de la elección general de ese año, un test al que Daniel Scioli prefirió ausentarse para no correr ningún riesgo.
Ahora bien: ¿qué incidencia tienen los debates a la hora de votar? cinco expertos en comunicación política y campañas señalaron, que coincidieron de manera unánime: el impacto es limitado, pero las repercusiones posteriores en tiempos de una cada vez mayor influencia de las redes sociales sí obliga a los candidatos a prepararse seriamente.
“Los debates están teniendo una doble repercusión: la directa sobre el público que mira el debate pero también una repercusión de doble vuelta, que es lo que el debate deja en la conversación pública los días posteriores. Y en este tiempo de redes sociales deja retazos que son recortados, distribuidos y amplificados”, resalta Lucas Romero, politólogo y director de Synopsis Consultores. “Durante toda la semana posterior vamos a ver las repercusiones sobre lo que ocurrió. Este sí se vuelve una pelea importante, probablemente eso termine siendo mucho más relevante que lo que el propio debate genera sobre la audiencia que lo mira en el momento”, agrega.
Según Ana Iparraguirre, partner de GBAO Strategies, “salvo excepciones, el impacto respecto en intención de voto es limitado”. ¿Pero dónde sí puede tener relevancia, según la politóloga que trabaja por igual en nuestro país como en los Estados Unidos? “Pueden cambiar la agenda, incluir temas que no estaban presentes en la agenda. Eso suele suele ayudar a los candidatos más chicos, con menos reconocimiento, a estar más en escena y meterse más en la conversación”, explica.
Para Facundo Nejamkis, director de Opina Argentina, no se trata de una instancia en la que “el elector define su voto”. “Casi como norma es así: no es que la gente espera el debate para ver y definir a quién vota. Ahora, eso no quita que muchas de las cosas que pasen ahí puedan ser utilizadas por las campañas en pos de fortalecer aspectos positivos de sus candidatos y negativos de los otros”, subraya.
“No es tanto quién ganó y quien perdió el debate, si no más bien qué sacan de ahí los comandos de campaña y después lo explotan en las redes”, dice Nejamkis.
En el 2015, por caso, la frase que Macri le propinó a Scioli -”¿En qué te han convertido, Daniel?”- se esparció como una mancha de aceite por los dispositivos digitales en las horas y días siguientes. También la imagen del beso entre el ex presidente y su mujer, Juliana Awada, mientras el ex motonauta miraba la escena a un costado. En el 2019 ocurrió algo parecido con el lapsus de Roberto Lavagna, que se quedó en silencio durante siete segundos mientras promediaba la presentación de su propuesta sobre seguridad: no tuvo un impacto mucho mayor porque, a esa altura, el ex candidato medía pésimo en las encuestas.
Para los especialistas convocados por este medio la clave es no cometer errores: los debates, remarcan, no ganan elecciones, pero sí pueden ayudar a perderlas. Los mensajes a resaltar, la confrontación y la elección de los rivales esa noche televisiva son aspectos tan relevantes como la concentración, las formas y hasta el vestuario: en el equipo de campaña de uno de los candidatos todavía analizaban, en ese sentido, la ropa con la que se vestiría para este domingo.
Juan Germano, uno de los socios de Isonomía Consultores, abona, como sus colegas, la tesis de que ese tipo de eventos no inciden de manera directa sobre el voto: “Toda la evidencia del mundo señala que la incidencia es bastante limitada”. Dice, sin embargo, que aún así se tratan “con muchísimo profesionalismo”. “Se trabaja muy activamente, en especial en el momento en que se dan, que es en el tramo final de la campaña”, agrega.
Es que, más allá de la credibilidad de las encuestas y de los números que consumen en los campamentos de los tres principales candidatos, los comicios del 22 de octubre presentan el mismo escenario de tercios que quedó en evidencia con las PASO, y que sorprendió por el batacazo electoral de Milei.
La participación en los debates de Santiago del Estero y de la Ciudad del candidato de La Libertad Avanza, que hace algunas semanas había sido puesta en duda por un sector del círculo rojo por la ventaja que obtuvo en las primarias -fue lo que llevó a Scioli a ausentarse en el 2015, para achicar el margen de error- y que luego fue ratificada por sus asesores, le agrega ahora un plus al evento.
Guilermo Oliveto, que es especialista en consumo y que analiza desde hace años el humor social de los argentinos, ensaya una hipótesis a partir del fenómeno Milei. “En general, estos debates quedan muy en el círculo rojo️. Pero esta vez es probable que tengan más interés por el nivel de incertidumbre que hay y por el atractivo de la figura de Milei. El hecho de que haya un anti-sistema debatiendo con el sistema, dentro de las reglas del sistema puede generar un interés más general”, resalta.