Algunas de las líneas más conmovedoras del libro que el actor escribió en honor a Blanca

Benjamín Vicuña lanzó su libro ‘Blanca, la niña que quería volar’, en homenaje a su hija fallecida en septiembre de 2012. Rodrigo Lussich tomó un tiempo de Socios del espectáculo para leer algunos fragmentos inéditos y dolorosos del material.

“El día del funeral de Blanquita visité mi propia muerte, mi propio entierro. Fue el fin de una era, de una vida. En la misa estaban mis compañeros del colegio, de trabajo, los profesores que tuve, mis amigos. Bautista se quedó dormido en mis brazos y así empecé a saludar a todos. Fue emocionante y especial. Sentí que mi hijo pegado a mi pecho era un escudo que me protegía”, narró Vicuña sobre el difícil momento de despedir a Blanquita.

Y continuó, narrado por Rodrigo Lussich: “Cuando hubo que dejar a Blanca yo no quería irme. Bautista, que estaba despierto ahora, se acercó y me dijo ‘vámonos, ella ya no está acá’. Señalándome el corazón, dijo ‘está ahí adentro’. Mi hijo me decía lo que yo cada mañana escuchaba en el colegio cuando cantaban que Jesús estaba en el corazón. Yo sentí que en ese momento me estaba hablando el mismísimo Dios y eso me sirvió para irme”.

“Me tocó vestir a mi hija para su funeral”, contó Benjamín Vicuña en el relato, y dio más detalles: “Y digo me tocó proque una amiga de Carolina me llamó y me dijo ‘Benjamín, necesito que vengas a vestir a Blanca’”.

“Lo que me pedía era espantoso, una pesadilla, y por eso mi primera reacción fue negarme. Yo no voy a hacer eso. Me quería quedar con la imagen de mi hija corriendo en un tobogán, en la cama, saltando, cantando… pero la amiga de Carolina no me dejó margen. Lo hice y siempre se lo voy a agradecer porque me di cuenta que Blanca ya no estaba ahí”, señaló el actor chileno.

Benjamín definió el momento de vestir a su hija como algo “necesario para empezar a despedirte”: “No hay modo, no hay pastillas ni hay remedio para superar esto. Es la peor de las tempestades y no hay cómo salvarse del naufragio”. Además, Vicuña remarcó que se veía como “desde afuera”: “No entendía que esto me estaba pasando a mí y no a otra persona”.

“Recién a dos años de la muerte pude terminar de reunirme con el doctor que atendió a Blanca y pedirle que me explicara qué había pasado. En su momento, por el shock, no había terminado de entender qué carajo sucedía. Luego uno empieza a hacer conjeturas, a pensar que hay un responsable, que alguien hizo algo mal. Pero no, es lo que tenía que pasar”, cerró.

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