El ministro confirmó que es difícil pensar en un acuerdo a más de 10 años. Se seguirán buscando avales para la votación en el board del organismo. Se necesita una mayoría del 85% para planes especiales.
Martín Guzmán confirmó en su gira europea las creencias que tenía antes de salir de Buenos Aires. Y le trae a Alberto Fernández definiciones importantes en cuanto a las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Como ya estaba convencido el ministro, es una utopía pensar en un acuerdo con el organismo que maneja Kristalina Georgieva a más de 10 años. Guzmán confirmó en Berlín, Roma, Madrid y París (Moscú no tiene poder de fuego) que no dan los tiempos para que el Fondo modifique su estatuto a tiempo para crear la figura del Facilidades Extendidas a más plazo. En realidad tampoco hay certezas que haya voluntad para escuchar la petición argentina. La buena noticia es que en el caso que se acepte el plazo límite de 10 años, Alemania, Francia, España, Italia y Rusia votarán a favor de lo que pida el país; siempre dentro de lo “razonable”, condición que Guzmán garantizó al afirmar que la negociación será siempre “de buena fé” por parte del país. Según el ministro, todos los funcionarios europeos que lo escucharon fueron incisivos en conocer la situación argentina y poco condescendientes para aceptar explicaciones sobre política interna, pero todos aseguraron que dada las circunstancias generadas por el covid y la pandemia y la necesidad de mantener al país dentro del juego financiero mundial; llegado el caso habrá voto positivo en el board del FMI.
El nivel del 60% se logra contabilizando a los cuatro estados que visitó Guzmán sumando además otros estados clave que, se descarta, también avalarían a la Argentina. Se suman los apoyos de Rusia, China y los países árabes (especialmente los del Golfo Pérsico, con presencia fuerte en el directorio del FMI), además de, lógicamente, toda América Latina y el Africa. Se confía además que en las próximas semanas se lograrían más consensos con países clave como Canadá y lo que resta de la Unión Europea, con lo que el porcentaje se elevaría a cerca del 70%. Faltaría así conseguir sólo un 10% más para el nivel imprescindible para que una propuesta transgresora para lo que mandan y dictan los estatutos del FMI pueda ser aprobada. Sólo con un mínimo del 85% de los avales se podría autorizar a que los técnicos de línea del Fondo apliquen para el país un plan de pagos por fuera de los únicos mecanismos autorizados por la carta orgánica del organismo: el stand by y el Facilidades Extendidas, ambos en todas sus variables posibles. Como lo que propone el país es una alteración de las normas, sólo una votación de más del 85% podría avalar el pedido, y sólo con el voto de Estados Unidos podría lograrse. Este país detenta el 16,74% de las acciones del FMI, con lo que para lograr la mayoría de 85% es indispensable contar con el aval de la administración de Joe Biden. Sí o sí. Siguiendo una máxima del “albertismo”, “con Biden no alcanza, pero sin Biden no se puede”. Según los números que se hacen en el Palacio de Hacienda, si una llamada de Alberto Fernández lograra este apoyo, el país ya superaría el 85% necesario y llegaría casi al 90% de los votos. Sólo quedaría en duda lo que harían Japón (6% de los votos), los países nórdicos (3,43%) y otros estados europeos, en general y tradicionalmente reacios a apoyar al país (tampoco lo hacían en tiempos de Mauricio Macri).
En el tema votos del board, la situación está marcada de manera clara. Cada estado soberano tiene un porcentaje de votos dependiendo de su PBI; reservas y aportes directos al funcionamiento del organismo con sede en Washington. Cualquier acuerdo normal (stand by o Facilidades Extendidas) es aprobado con un porcentaje mínimo del 70%; pero se necesita mayoría del 85% para planes especiales o alteraciones de la Carta Orgánica. Recientemente esta mayoría fue la necesaria en casos como la crisis griega de 2010 y la de Portugal de 2011. La necesidad de lograr ese porcentaje fue lo que le jugó en contra a la Argentina en 2001, cuando se desaprobó en el directorio el último desembolso comprometido en el acuerdo vigente ante la negativa de EE.UU. de avalar la propuesta (por recomendación directa de la número dos de esos años, Anne Krueger); así como la aprobación del pacto de 2003 cuando Néstor Kirchner negoció directamente con George Bush un plan de cuotas por fuera de los tratados vigentes.
En el caso actual, también se hace imprescindible que el director norteamericano avale el pedido, ya que su voto a favor o en contra (o su abstención) definirá la suerte de la propuesta argentina. En total el board está integrado por 24 directores ejecutivos que representan porcentualmente diferentes niveles de poder dentro del organismo. Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia y el Reino Unido pueden elegir un director sin ayuda de ningún otro país. China, Arabia Saudí y Rusia eligen de facto un director cada uno; mientras que los 16 restantes lo eligen según bloques de estados. Argentina, a través del enviado local, Sergio Chodos, ocupa el grupo con Bolivia, Chile, Perú, Paraguay y Uruguay.
Con info de Ámbito