La novedad del caso es que el Ministerio de Trabajo y el de la Producción, a cargo de Matías Kulfas, ya trabajan para lograr que distintas empresas se incorporen al programa de inserción laboral y les den a los beneficiarios la posibilidad de realizar una práctica formativa. Esa suerte de “pasantía” supondrá aplicar lo que aprendieron en oficios que realizarán durante cuatro horas por día como máximo y por hasta 6 meses. En este caso, y por el aporte del Estado, el monto a recibir será más del doble que en la etapa anterior: $10.000.
En tanto, si la empresa luego pretende la continuidad del joven, el Ministerio de Trabajo ayudará a esa compañía a seguir pagando parte del sueldo durante 12 meses.
El verdadero desafío del plan
Dos cifras oficiales marcan a las claras el estado de “emergencia” en el que encuentra actualmente la franja etaria que va de los 18 a los 24 años:
- De los 8.857.000 beneficiarios que cobraron el Ingreso Familiar de Emergencia, 2.494.000 tienen esas edades.
- Hay alrededor de 3.000.000 de esos jóvenes en estado de vulnerabilidad.
Teniendo en cuenta que “Más y Mejor Trabajo” cuenta actualmente con 84.700 titulares y se estima sumar a 30.000 más en 2021, queda claro que la inserción laboral es un de los desafíos estructurales más importantes que tiene por delante la política argentina. Ante un mercado urgido de ser reactivado (el 2020 finalizó con un 11% de tasa de desocupación) la búsqueda de este programa va en línea con la idea de crear un ingreso económico individual genuino. Pero al mismo tiempo, se convierte en un aliciente para motorizar el proceso productivo de jóvenes que, como mostró el IFE, se encuentran en la mayor precariedad de empleo, desocupación e informalidad.