Frente a estos dos grupos, se encuentran los fondos más sofisticados, que sí fueron invitados a participar de los encuentros de ayer y de hoy en Wall Street. Se trata de firmas como BlackRock, PIMCO, Fidelity, Ashmore y similares, que acordaron de palabra con el HSBC, Bank of America y el Lazard, respetar una tradición de hierro en el sistema financiero internacional: siempre que se reestructura de manera voluntaria una deuda soberana o de una gran empresa sale al mercado, unos días después los grandes operadores financieros tenedores de esos papeles,sostienen el precio o lo hacen crecer de manera prolija; pero nunca se viven avalanchas vendedoras que hagan que la inversión comience su vida útil con malas señales en sus primeras jornadas. Más aún si los colocadores son entidades del club de los grandes del mercado financiero mundial. Se trata de una estrategia habitual y normal de buenas artes del sistema financiero internacional, para que el precio de los bonos de una reestructuración reciente no colapsen y a los bancos intervinientes les caiga una mala imagen.
Son pactos no escritos que se ejecutan inyectando muy lentamente la nueva deuda en los mercados, donde la instrumentación viene de parte de los colocadores, y que acompañaron en el caso argentino todos los grandes bancos colegas (JPMorgan, UBS. Santander, Barclays, Citi, ING, Credit Suisse, Commerzbank, Itau, BNP y similares). Los tenedores de la deuda y los bancos intervinientes cumplieron. Mantuvieron las tenencias, esperando además una mejora en las condiciones y proyecciones económicas del país.
Sin embargo, y tal como adelantó este diario, hoy están en pie de guerra; con la amenaza permanente del lanzamiento de un comunicado críticamente explosivo en contra del gobierno de Alberto Fernández. Según el especialista de FinGuru, Sebastian Maril, “la cotización de los bonos no puede basarse en la reestructuración exitosa. Como todo activo que cotiza en los mercados, los precios responden a un conjunto de variables que terminan formando el valor del activo. Los bonos argentinos, hasta que el país no haga reformas estructurales que ayuden a crecer la economía o al menos hasta que la actividad económica muestre claras señales de crecimiento, no van a experimentar una marcada y prolongada tendencia alcista”.