2020, un año de crisis pero también de oportunidad para ser mejores


13 diciembre, 2020


El educador Darío Alvarez Klar reflexiona acerca de todo lo que el año pandémico nos dejó, pero también de las posibilidades de superación que se vislumbran.

El 2020 difícilmente sea un año olvidable. Una cosa es querer dejarlo atrás por la intensidad y complejidad de las diferentes situaciones vividas y otra muy distinta es que podamos o debamos omitirlo.

Es un año que, a raíz de una pandemia, dejó en evidencia a nivel global la potencia y las carencias en materia de educación. En nuestro país, se pueden observar además diversas brechas de acceso, ya sea entre quienes tienen y quienes no tienen comunidades de sostén familiar o escolar, a la tecnología y a recursos que complementen o amplíen horizontes. Por supuesto que esto es sólo un eslabón de significativas diferencias que existen a nivel mundial, tales como la alimentación, la posibilidad de tener un servicio de salud digno, agua potable o información, entre otras.

Sin embargo, estas tensiones dejaron al descubierto no sólo la crisis, sino que también las oportunidades con las que nos encontramos. En cuanto a niñas, niños y jóvenes, adquirieron una valoración a ser parte de una escuela, a contar con rutinas, con grupos de pertenencia y un lugar distinto al hogar en donde se aprende con y de otros… ¡tanto es así que llegaron a extrañarla!

Este año los chicos tuvieron que adaptarse a la escolaridad en casa.

Paralelamente, adquirieron una dimensión distinta en lo que se refiere a conceptos como lo son la autonomía, la resiliencia y la superación, ya sea por necesidad, porque se fueron “quedando solos en casa” o porque antes las circunstancias se dieron cuenta que podían hacerlo ellos mismos. Ahora bien, para la gran mayoría de los estudiantes estar en la escuela es algo único e indiscutible, y aunque también desearían tener algunas flexibilizaciones, otros sintieron falta de compresión y mejores posibilidades de organizarse. Quizás este sea un año para aprender a aprender acorde a las características y realidades de cada uno.

Con respecto al sistema educativo y los docentes, quedó reflejado lo que algunos decimos y trabajamos desde hace años: la innovación debe ser cultura en educación y los cambios en este ámbito no pueden ser parches o pinceladas. Tenemos que modificar ideas, modos de enseñar y aprender, redefinir conceptos de evaluación y autoridad, crear ambientes físicos que estimulen el intercambio, la inspiración y el aprendizaje.

Por otra parte, el sistema político administrativo dejó demostrado que la falta de autonomía y desarrollo responsable por parte de las regiones, las asociaciones o las instituciones en forma individual, dificultan el mejor desarrollo de acciones equitativas en donde cada quien pueda potenciar sus posibilidades o encarar sus dificultades acompañados por el estado u otras organizaciones. Las prescripciones únicas o uniformes disuelven la identidad y particularidades de los actores que deben esperar permisos centralizados de quienes desconocen las realidades particulares.

En cuanto a las familias, descubrieron cómo transitan el aprendizaje sus hijos, de qué son capaces, qué dificultades tienen, cómo les enseñan en su colegio, cuáles son sus tiempos de atención y a su vez revalorizaron la importancia del rol docente.

Las clases virtuales significaron un desafío tanto para chicos como para padres.

En definitiva, las crisis son oportunidades que nos permiten aprender, fortalecernos y prepararnos para futuros escenarios conflictivos. Lo esencial es que quienes pudimos sortear el año de pandemia tendremos que reconfigurarnos y lidiar con lo que nos dejó y/o nos atravesó, pero al mismo tiempo capitalizar los descubrimientos, experiencias, sumar nuevos referentes, valorar al otro como un ser que puede enseñarnos, ayudarnos a reflexionar o acompañarnos en el camino. Cada uno de nosotros, como individuos mineros de una comunidad, pensamos y actuamos desde la perspectiva del bien común y la construcción de futuro que es, en definitiva, la única medicina contra el “sálvese quien pueda” o el “lo atamos con alambre”.

Recordemos cuántas sociedades se han reinventado a lo largo de los años tras tragedias que parecerían devastadoras e incluso salieron fortalecidas. En este caso, nos encontramos ante una pandemia con consecuencias globales y somos conscientes de que seguirán apareciendo nuevas en el mediano plazo.

Una pandemia que quizás también nos ha traído la posibilidad de mirarnos, cuidarnos y acompañarnos unos a otros, es decir, APRENDER a crear una nueva ciudadanía responsable, empática, resiliente y con espíritu de superación.

Darío Alvarez Klar es el Fundador de la Red Itínere a la que pertenecen 6 colegios de Provincia de Buenos Aires. Fundador y Director ejecutivo de Asociación Civil HUB. Twitter: @daklar. Linkedin: @DarioAlvarezKlar.

Fuente :Para Ti

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